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Asseguts a sa vorera

Pitis, dietas y el inglés

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A estas alturas, todavía no se te habrá consumido el subidón del cambio del año. Estarás, imagino, tramitando la inscripción en el gimnasio de turno que el lunes entregarás puntualmente a las 7.30 porque te has propuesto cada día robarle un rato al sueño y convertirte en el próximo David Beckham, sin saber que el único día que irás con esa motivación y a esa hora será el primero. Que nos conocemos. Puede que aún estés resistiendo estoicamente lo de no encenderte el pitillo porque prometiste dejarlo después de tomarte la duodécima uva. Luego, cuando saliste de parranda y te entró el mono, echaste un par de caladas que en realidad no cuentan porque tú controlas y llevas desde el jueves por la tarde de mal humor cuando no pudiste calmar la resaca compartiendo tus penas con el señor Malboro.

Estoy convencido de que en estos tres días que llevamos de 2015 has hecho un intensivo y you know how hablar in inglish mejor que in 2014 (lo pongo en cursiva porque ya te has aprendido los números y te encanta oírte en plan... two thousand fourteen). De hecho, you are the milk! Eres la leche.

No te extrañe esa sensación de debilidad que te merodea. Una mezcla de delirio, flojuna y mareo. Es lo que le pasa a una persona cuando pasa de zamparse todo lo que se le cruza por delante del hocico a someterse a un estricta dieta con motivo del año nuevo. Cambiar drásticamente de un día para el otro una pizza por un plato de coles de bruselas hervidas puede perjudicar seriamente la salud. El hambre te pone nervioso y no puedes calmarlo con el cigarro de después de comer, ni te puedes echar una siesta porque hoy tenías que ir al gimnasio a las 7 de la mañana pero como ayer echaban tres episodios de tu serie favorita no te fuiste a dormir hasta las tantas después de negociar contigo mismo que irías a machacar esos bíceps a la hora de la siesta.

«Mañana, sin falta, me pongo», te dices. Mientras te tumbas perezosamente en el sofá convencido, no solo de que te estás muriendo de hambre sino que tu cerebro, que es mucho más listo que tu, ha dado orden a tus órganos para que empiecen a digerirte poco a poco por lo que estás sentenciado a muerte. Pero poco te importa porque en el momento de rendir cuentas ante San Pedro podrás hacérselo en inglés. Porque I are the milk (¿o era am?) «Maldición». Te desesperas porque tu labrado inglés intensivo de dos días parece que te está dejando tirado como si hubiese «esfumado». «¿Fumado?». «Un piti de los que no matan, un paquete de galletas y I promise que después de reyes me pongo en serio». Ad infiniturn. Happy 2015.

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