Una novela de 365 páginas, donde se entremezclan miles de situaciones y estrafalarios caracteres. No sabría muy bien cómo definirla, pues tiene algo de histórica y algunos episodios de ciencia ficción. Romántica con momentos de terror. También de aventuras, en una isla casi desierta. Te mantiene en vilo y te sorprende a cada paso. Los capítulos tienen nombres extraños, como: enero, febrero... incluso noviembre. Pero en todos sin excepción, suceden cosas interesantes. Demasiadas, quizá, para recordarlas todas. A veces pierdes el hilo, pero te dejas llevar por la belleza y la maravillosa riqueza del lenguaje.
He empezado y no quiero que me cuenten el final. Enfrascado en la lectura, voy descubriendo una trama que se hace más enrevesada por momentos. En un libro electrónico sería más manejable, pero en la edición de papel todavía tiene su glamour.
Salen reyes y villanos, pobres diablos y ricos endiosados, gente que confunde el camino de regreso a casa, amoríos y picaresca hasta en la sopa. Uno de los protagonistas pierde su trabajo, de repente. Se tiene que buscar la vida mientras va encontrando a diferentes personajes que le ayudan o intentan fastidiarlo. Los conflictos se suceden y se hace bastante entretenido. A ratos cómico y a ratos angustioso. No sé si es un libro con moraleja, pero dice verdades como puños. Hay que entenderlo, eso sí. ¡Qué importante es adquirir, hoy en día, el hábito y el placer de la lectura!