Cuando ponemos nuestra atención en el problema de cambio de clima, tenemos que tener en cuenta las diferencias entre las escalas temporales del tiempo meteorológico y del clima. El tiempo meteorológico evoluciona de minutos a meses, por el contrario el cambio climático se tiene que observar en tiempos que van de décadas a siglos.
La evidencia del cambio climático está basada mayormente en tres tipos de medidas: la temperatura media de la tierra, la disminución del área helada en el Ártico y Antártica y la subida del nivel del mar. Esas tres medidas apuntan claramente en la misma dirección: desde la mitad del siglo pasado la temperatura media de la Tierra sube, el área helada disminuye y el nivel del mar aumenta.
Estamos frente a un cambio de clima que está sucediendo muy rápido, más rápido que nunca anteriormente. La rapidez del cambio implica que las especies animales y vegetales no son capaces de adaptarse a él y por tanto puede llevar a una catástrofe global.
Las estadísticas muestran que de los científicos trabajando en este campo hay un 97% que creen que el cambio climático es real. Pero hay grandes intereses económicos en contra de aceptar el cambio, así que se montan argumentos para negarlo desde los que tienen una ligera base científica a los más ridículos.
Hace poco se ha sabido que la compañía Exxon Mobil, la mayor compañía de petróleo y gas, desde 1978 tenía información por sus científicos del impacto negativo al clima de los combustibles fósiles y que ocultó esta información. Además la compañía ha ido patrocinando informes negativos sobre el cambio climático. Según Greenpeace invirtió $30 millones en esas actividades. En EEUU, los políticos republicanos, fieles a las grandes compañías por intereses económicos, son los que combaten con más saña y argumentos más ridículos la idea de cambio climático.
¿Cuál es la causa de ese rápido cambio? Todo parece indicar que es el aumento sin control de la población humana y del consumo desenfrenado asociado. Para evitar una catástrofe global hay que reducir el crecimiento de ambos.
A corto plazo tenemos que presionar a los líderes mundiales en la próxima cumbre de París para que lleguen a acuerdos efectivos sobre el control de emanaciones.
Nosotros tenemos que reducir el consumo, conservar energía, plantar árboles y llevar una dieta cárnica más moderada.
Tenemos que cambiar políticas recientes que han atacado el desarrollo de las energías renovables, política que carece de sentido y que es mala para el medio ambiente y la economía española.
A más largo plazo hay que educar y concienciar sobre la necesidad de mantener e incluso reducir algo la población mundial. También hay que trabajar para que cambie el sistema económico mundial que está basado en un crecimiento continuo y sin sentido.