Después de unas elecciones como las del pasado día 20, se suele decir que han sido un ejemplo de democracia. Yo sería más prudente y diría que son un ejemplo del camino a seguir para conseguir una democracia. La democracia no es algo que un país tenga por tener elecciones, es más bien una meta a conseguir. Es muy difícil tener una auténtica democracia, pero si hay que trabajar de continuo para conseguir llegar a esta meta.
Si unas elecciones demuestran que un país está en el buen camino, como se percibe por una votación a nivel bastante alto de votantes, con orden y sin altercados, también muestran lo que falta para llegar a la meta democrática.
La manera con que los partidos políticos elaboran sus listas y eligen sus líderes ya muestra unas ciertas deficiencias y un afán de control por quienes están en la cumbre. Pero eso es algo que antecede a las elecciones en sí.
Lo que las elecciones han mostrado es que la representatividad de los que ocupan los escaños varía mucho de partido a partido. Para los dos partidos de la alternancia, los escaños les salen más baratos en numero de votos que a los otros partidos. El caso más escandaloso es el de Izquierda Unida que ha conseguido solo dos escaños en estas elecciones y si los escaños fueran proporcionales al número de votantes habría conseguido 13. Eso tiene que ser bastante frustrante para los votantes de ese partido. Cada escaño de IU tiene ocho veces más votantes que los escaños del PP.Ç
Lo de que cada persona un voto está bien, pero también cada voto debería tener el mismo peso en la repartición de representantes en el Congreso, si no lo de que cada persona un voto es una falacia.
Pero es que lo de que cada persona un voto tampoco funciona, ya que muchos de nosotros no hemos podido votar en estas elecciones. La reforma que se hizo en 2011 sobre el voto de los españoles residentes en el extranjero ha conseguido dejarnos sin voto a la mayoría de los que estamos fuera del país. A pesar de estar registrado en el consulado desde hace más de 30 años y haber podido votar en elecciones anteriores este año no he conseguido la papeleta para votar.
La reforma de 2011 por el gobierno del PSOE con un acuerdo con el PP se hizo con la intención de evitar el fraude electoral. Como muchas de las acciones de los gobiernos de España contra del fraude, lo que se hace es poner muchas restricciones a los ciudadanos normales, mientras no se toma ninguna medida contra los que realmente organizan esos fraudes. Se castiga al inocente y se deja en libertad al culpable.
Según el Instituto Nacional de Estadística el numero de españoles residentes en el extranjero en enero de 2015 era 2,18 millones, o sea cerca de un 5 por ciento de la población española. Esto es una fracción de población nada despreciable y en elecciones como las últimas podría tener su peso en los resultados finales.
Aún no he visto los resultados de la votación de no residentes en estas últimas elecciones, pero en las anteriores y gracias a la reforma de 2011 la participación de votantes en el extranjero fue solo el 4,9 por ciento cuando en las elecciones de 2008 había sido el 31,8 por ciento. O sea que fuimos muy pocos los que conseguimos votar en las anteriores, veremos cuántos han sido esta vez.
Gran parte de la población española que vive en el extranjero son personas, muchas de ellas jóvenes, que se han visto obligadas a emigrar por falta de trabajo. No hace falta hacer encuestas muy detalladas para saber que los votos de estas personas no van a ser para los partidos que hasta ahora han controlado el gobierno y que en muchos casos son responsables de la emigración forzada. Por tanto, estos partidos no estarán muy interesados en cambiar esas normas.
El Sr. Zapatero ha ido a Venezuela para asegurarse que las últimas elecciones en aquel país se realizaran de forma correcta. Me parece muy bien que lo hiciera, de Maduro no se puede fiar nadie. Pero también le agradecería que se preocupara de las normas implantadas bajo su gobierno que restringe la posibilidad de voto a una fracción de la población española.