Entre la avalancha de noticias que nos llegan continuamente, produciendo un verdadero empacho informativo, unas nos afectan más que otras. Nos pueden alegrar, sorprender o entristecer... puesto que la cognición es indisociable de los sentimientos. Me entero de que ha fallecido el profesor Umberto Eco y a la sorpresa le sigue una reacción de pesar por la pérdida del autor de «El nombre de la rosa». Fue un hombre de libros y bibliotecas, que en el tramo final de su vida vio la aparición y triunfo de Internet. En un vídeo que se difunde por Facebook, aparece paseando por la suya particular, que es como un laberinto para el que la observa sin conocer el orden subyacente, en esa acumulación interminable de miles de volúmenes.
Eco era una enciclopedia viviente y un humanista muy popular, que nos ha orientado, enseñado y entretenido con sus eruditas obras y declaraciones. Algunas han sido resaltadas ahora por la prensa, referidas, precisamente, al fenómeno de las redes sociales. Dichas redes son altamente inflamables y por eso, cada dos por tres, alguna cosa las incendia, causando gran escándalo y rapidísima propagación. Como ejemplo, estas palabras del eminente semiólogo: «El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad». No son políticamente correctas, es cierto, y más de uno se puede sentir ofendido. Yo me pregunto: ¿Qué diría Fray Guillermo de Baskerville sobre todo esto?