Basta contemplar las imágenes del estado en el que ha quedado el aula de música del instituto Joan Ramis i Ramis de Maó para que se te pongan los pelos de punta. Veinticinco placas de escayola desparramadas sobre los pupitres de una clase habitualmente llena de alumnos. Sorpresa de la vuelta al cole después de las vacaciones de Semana Santa: otra desgracia que se ha evitado no por un especial celo y control diligente de los edificios de los centros educativos, sino simple y llanamente por suerte. Y no es la primera vez en pocos años. En 2012 parte de un ventanal de la escuela Sa Graduada cayó al patio mientras había niños jugando. En ese momento el PSOE, entonces en la oposición municipal, pidió el traslado inmediato de los alumnos al colegio Maria Lluïsa Serra que, aún siendo de nueva construcción, también sufrió el desprendimiento de varias placas en los falsos techos de algunas aulas en diciembre de 2013. Ese mismo invierno en el Colegio Salesiano de Ciutadella cayó el techo del edificio sobre dos aulas, y de nuevo la fortuna nos libró de males mayores. En noviembre de 2014 un fallo en las calderas del instituto Pasqual Calbó obligó a su desalojo.
La existencia de una terraza sobre el aula ahora dañada en el instituto y la posible filtración de agua como causa del desplome no pueden justificar nada. Según la dirección, las últimas reformas realizadas en el 'Ramis' datan de 1998 y 2004. Ha pasado la friolera de doce años desde la última y mientras tanto, profesores y cientos de alumnos pasan entre seis y siete horas diarias en aulas ¿bajo techos sujetos con hierros herrumbrosos?
Es intolerable que no se realice ya una revisión en regla de escuelas e institutos, que no se garantice la seguridad y se espere a que ocurra otro accidente y haya que lamentar víctimas.