Acabo de reservar una noche de hotel en Ciutadella, de pagar un euro de impuesto turístico y, la verdad, me siento un poco gilipollas. No por el euro en cuestión sino por tener que pagar por no dormir en mi casa. Un euro que, me aseguran los que mandan, se reinvertirá en turismo sostenible y esas cosas. Como no pago suficientes impuestos como ciudadano y como autónomo, ahora le sumo un euro por pringado. Pues no me da la gana, carajo.
Esta polémica medida se tomó para intentar paliar el impacto del turismo en el Archipiélago aunque desde el inicio el fin del montante recolectado fue motivo de disputas. Mientras los verdes y los morados apostaban por invertirlo en mejoras medioambientales, los rojos ampliaban el abanico hacia infraestructuras y los azules y los naranjas rechazaban la iniciativa en si. A mí me da igual, le empezaré a tener cariño a la medida cuando vea resultados, cuando las fantásticas y decoradas palabras se vuelvan hechos. Aquí es donde los discursos y las iniciativas grandilocuentes suelen pinchar. Qué quieres que te diga, amigo lector, no me basta con aquello de «quan estigui fet us encantarà».
Que mi visita a Ciutadella con pernoctación incluida se considere igual que si hubiese tomado un barco a Palma o un avión a Eivissa me indigna. Yo, como persona humana y física, reconozco que tengo un impacto en el medio que me envuelve pero que el pago de este impuesto especial se derive del hecho de si duermo o no en un hotel en Ciutadella, me cabrea. Y encima la partida finalista de esta tasa no se quedará en Menorca, aunque a la Isla –en teoría- le tocará una parte proporcional del montante final para pipas y chucherías, para qué negarlo.
2 Resulta lamentable pasar cada día por la carretera general y tener que ver cómo siguen las no obras de mejora. Un paisaje desolador que ejemplifica la desidia de a quién le importa un pito. Y en lugar de preocuparse en cobrarme un euro por dormir en Ciutadella, ¿no podría darle una solución al respecto? Finalizar el proyecto o cancelarlo pagando lo que sea. Ahí no sentiría que mi euro está malgastado.
Pero te voy dejando, amigo lector, que estoy de turismo en Ciutadella y no quiero perder tiempo, no sea que me tenga que quedar otra noche y pagar de nuevo el impuesto. Carajo.
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