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Dietario

Elogio de la casta

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Viernes, 9

«El mejor libro es aquel que no se entiende bien del todo. El pésimo libro será, por el contrario, el que comprendemos de arriba abajo. Aquel que asimilamos sin esfuerzo y línea a línea. Con el primero, los tropiezos desprenden esquirlas o condimentos para la imaginación. Con el segundo, la imaginación queda vacante y el lector se complace, como un haragán, en la dificultad igual a cero…»,

No creo que muchos lectores estén de acuerdo con el dictamen de Vicente Verdú en un reciente artículo de El País. No corren buenos tiempos para la ambigüedad y el sobreentendido, la gente, el lector de hoy quiere novelas que puedan tragarse de un tirón, aunque no dejen rastro alguno, relatos fáciles y digeribles que «no calienten la cabeza» sino que se limiten a entretener. Pero la literatura es algo más que eso, tiene que conmover, sacudir certezas, provocar la controversia reflexiva, y para ello están los dobles sentidos, la ambigüedad, la ironía, la sorpresa… Y en el articulismo tres cuartos de lo mismo, salvo para los que buscan en él la simple corroboración de sus propias opiniones/ prejuicios, el me gusta protector.

Y dejo la reflexión para dar cuenta de los suculentos esclata-sangs que, manteniendo una tradición secular, me suministra desde Ferrerias mi paciente y amigo Paco G, en uno de estos casi olvidados gestos de un mundo antiguo que se nos escurren por entre los dedos. La maña que me acompaña desde hace cuarenta años ya está convencida (me ha costado lo mío que lo reconociera) de la imbatibilidad de nuestros esclata-sangs, que no es cuestión de chauvinismo sino dogma de fe.

Sábado, 10

A medida que voy viendo las recetas populistas para solucionar esto o aquello, creo más necesario formular un elogio de «la casta». Al fin y al cabo aunque muchos de sus integrantes sean unos h de p., son nuestros h de p., y la alternativa me parece sumamente peligrosa. Hoy desayuno con los periódicos volcados en las luchas internas de Podemos, el partido emergente español, como anteayer eran sus pirotécnicos desplantes a los protocolos (a la buena educación). La indignación de la que surgieron me parece muy respetable y compartible, ahora bien y visto lo visto, ¿son razonables y convenientes sus recetas?, ¿son fiables sus comportamientos?, ¿lo son los de otros populistas como Trump o Le Pen, aunque desde otro color ideológico?... Donde esté una buena (prudente, razonable, dialogante, pactista, constructiva) casta, ¡qué quieren que les diga! Bueno sí, que uno se va haciendo mayor…

2 DOMINGO, 11

Gloriosa mañana decembrina en Es Port con un sol radiante y ambiente alegre y cantarín en el nuevo espacio musical de Sa Vinya donde el próximo domingo (mañana) actuará al mediodía Carlos Mangado, del que espero algún tema de Leonard Cohen, preludio de los que interpretará en Akelarre en el homenaje al bardo canadiense recién fallecido. Sol a raudales y beatífico calorcito en estos días pre navideños. No tiene precio.

Martes, 13

Mal día para los supersticiosos. De momento, once de la mañana, todo va bien, no me he roto ningún músculo jugando al tenis y en la revista de prensa cibernética he pasado por alto tanto el previsible sorteo de la champions (no creo en conspiraciones pero haberlas, haylas), como el trofeo de oro al futbolista con más amigos en Facebook, y a otra cosa mariposa. Como por ejemplo al recurrente caso de la niña Nadia y sus pintorescos padres que a lo peor no son, según las informaciones del día.

Me quedo con la reflexión de Milagros Pérez Oliva en El País del domingo: «Lo que pone al descubierto lo sucedido en el caso de Nadia Nerea no es el descaro de unos padres dispuestos a vivir y sacar rédito de la desgracia de su hija, aquejada de una enfermedad rara, sino la falta de rigor y la ausencia de controles de calidad en los medios de comunicación que con sus informaciones y reportajes han actuado como colaboradores necesarios del engaño…».

Y es que en asuntos informativos, al contrario que en los de opinión, el periodismo no puede ser ambiguo sino riguroso.

Miércoles, 14

Los que ingenuamente llegamos a creer algún día en un progreso incesante de la humanidad, contemplamos el horror de Alepo que nos retrotrae a las peores imágenes bélicas de la historia y, lo que es peor, auguramos una época de peligrosa inestabilidad a medida que vamos conociendo los nombramientos y bravuconadas del presidente electo del país más poderoso del planeta.

También inquieta por estos lares la abrupta reaparición del expresidente Aznar cuando precisamente empezaba a respirarse un nuevo clima en las relaciones entre Madrid y Barcelona. El político que hablaba catalán en la intimidad ahora piensa y proclama que al catalán ni agua. El carajillo-party vuelve a la carga. Oremus.

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