Vamos, queridos lectores, les invito a mandar al carajo lo políticamente correcto, a no dejarnos llevar por los discursos típicos de las fechas en las que estamos, a decir muy clarito que nosotros nos arriesgamos a no gustarle a todo el mundo, porque el camino más directo a la nadería es pretender caerle bien a todos, ¿se animan?
Sería relativamente fácil escribir un artículo, a dos días de la Navidad, lleno de frases tiernas y conmovedoras sobre el sufrimiento para agitar corazoncitos y darnos un abrazo fraternal cual ositos amorosos. Estaría chupado vestirnos de inocencia y no hacer distinción alguna a la hora de repartir nuestra buena onda entre toda la humanidad. Pero qué puñetas, no vamos a buscar el aplauso fácil. Será porque el café del desayuno estaba frio y eso le gira el estomago a cualquiera, o será porque estamos cansaditos de hablar de buenos sentimientos solo cuando tenemos la boca llena de polvorones, pero este año no le vamos a desear feliz Navidad a todo el mundo. Vamos a centrar nuestra energía positiva en las personas que de verdad se lo merecen.
Así que Feliz Navidad a todos aquellos que echan de sus casas la avaricia de los bancos. A los que huyen de las bombas y se encuentran con muros construidos por los mismos que les bombardean. A los que se parten la espalda para tirar para adelante, por su familia, por su dignidad, por sus principios. A los que luchan de forma admirable contra una cruel enfermedad. A los que se juegan el tipo peleando por un mundo un poquitín más justo. A los que intentan ir por la vida sin hacer daño, ejerciendo la solidaridad en la medida que pueden, e intentan pasárselo bien a pesar de todo. A todas ellas, y ellos, el abrazo sincero, ahora y siempre. No hace falta montar el Belén, ni el arbolito, para tenerlos siempre presentes.
Ahora bien, a los que han estado enriqueciéndose con el dolor y la explotación ajena que les den, aquí podemos meter a las farmacéuticas, a los que venden armas, a los lobbies bancarios, a los narcos, a todas las multinacionales que esquilman planeta y personas, a estos no les deseamos feliz nada. A personajes siniestros como Trump o Putin, los Pin y Pon del caos, no les deseamos feliz nada. A todos los dictadorzuelos que tienen oprimidos pueblos enteros, que se les caiga el régimen en toda la cara, para que dejen de joder a todo el mundo.
A los racistas que les cambie el color de piel. A los homófonos que les cambie la inclinación sexual, y que sean ellos los que tengan que meterse dentro de los armarios. A todos los maltratadores que se vayan bien lejos por favor, y tengan su viacrucis personal. A los fanáticos que usan su dios para soltar bombas en corazones inocentes, que se les moje la mecha y dejen de sembrar dolor.
A los indeseables del FMI que se vayan a paseo con los políticos serviles que les lamen el culo. A Urdangarin que le vaya bonito fuera del país, que es lo que quiere la Infanta, no le bastó con chupar del clan de la sangre azul, en su avaricia quería aún más. A todos los mafiosos corruptos que han estado robando con sonrisa sádica, los de los Eres, la Gürtel, la Púnica, los Pujol, etc., que les caiga todo el peso de la justicia en la cabezota, pero bien caído.
Que a gusto se queda uno sin tener que guardar en exceso las formas. Ahora respiren hondo, tómense una cervecita, y prepárense para sobrevivir a la cena de Nochebuena. Seamos empáticos con los cercanos, todos somos un poquito cuñado. Y como siempre, feliz jueves.