Dicen que brindar con agua da mala suerte, una de esas leyendas urbanas no confirmadas que se me vino a la cabeza cuando vi hacerlo, ufano, al alcalde de Es Castell y miembros de su equipo con los representantes del Govern y el Consell. El motivo de celebración merecía saltarse supersticiones: diez años esperando a que terminara la tiranía de las garrafas para abrir el grifo y poder beber directamente, sin los dichosos nitratos; otra cosa será lo que nos costará esa potabilización, pero seguro que para la mayoría de vecinos, especialmente los de mayor edad o sin coche o que viven en un tercer piso sin ascensor, librarse del acarreo y almacenamiento de envases de 5 u 8 litros será un alivio, aunque conlleve el ajuste tarifario.
Pero la alegría de la desnitrificadora, que incluso por raro que parezca motivó una jornada de puertas abiertas para conocer el emocionante proceso de la electrodiálisis reversible -tal era la ansiedad por disfrutar del agua potable en el pueblo-, se ensombreció pocos días después, porque la otra gran mejora para el área de Llevant, la de la depuradora conjunta Maó-Es Castell, solo duró 48 horas como prioridad para Podemos.
Debía este partido defender la enmienda presupuestaria que permitiría modernizar la estación y dotarla de tratamiento terciario, para poder reutilizar el agua depurada y aliviar los acuíferos. No hay que olvidar que Maó acaba de aprobar un plan contra la sequía y que la amenaza de ésta continúa. Al final, la partida de 1,9 millones será para mejorar todas las depuradoras de la Isla, Podemos no quiso aprobarla específicamente para la de Maó-Es Castell con apoyo del PP y El Pi, poniendo en aprieto al Govern. El conseller Ares se había comprometido, «me siento engañado» dijo el alcalde. La próxima vez que brinden, deberán hacerlo con vino y mirándose a los ojos.