Bueno, queridos lectores, que levanten la mano todos aquellos que ya han incumplido alguno de los propósitos que se marcaron hace apenas 12 días cuando el año acabó. Imagino un bosque de manos en el aire, ese que iba a ser el ultimo pitillo antes de las campanadas, esas zapatillas deportivas de color fosforito aun por estrenar cuando nos juramos que el mismo lunes saldríamos a correr, ese trocito de chocolate después de comer cuando dijimos que el dulce ni probarlo, etc. Creo que es positivo, cuanto antes se quita uno las presiones extras de encima, más relajado se vive.
Ya es suficientemente dura la vida en general como para estar fustigándose con nuevas obligaciones de todo tipo. Sin embargo este mes, para muchas personas, la encarnación del mal en la Tierra se llama báscula. Si señores, empieza la guerra contra los kilos de forma frenética. Dicen que la vergüenza, en ocasiones, mata más que el hambre, pues creo que la culpa también engorda más que la propia comida. Y es terrible, salimos de una maratón desmesurada de atracones sin final, y nos machacamos con dietas locas y salvajes de todo tipo, para perder lo que haga falta antes de que llegue el calorcito y nos veamos obligados a enseñar más carne.
Qué manera de sufrir, porque después del esfuerzo descomunal por comer solo media aceituna al día durante semanas, vendrán los primeros piropos sociales, la relajación, y el odioso efecto yoyo. La culpa alcanzará cuotas patológicas y los psicólogos se hincharan a ganar pasta. Deberíamos bajar el pistón de la exigencia e intentar relajarnos un poquito, así, por salud, por un poco de buen rollo, ya saben.
El próximo 20 de enero tendrá lugar la toma de posesión del señor que se lava la cabeza con Cheetos machacados para que su pelo tenga ese color naranja tan intenso, aquel al que algunos consideran la encarnación del mal en la Tierra, más aún que a la báscula aunque cueste creerlo, estamos hablando del señor que se llevaría la Gran Muralla de China y la pondría entre Méjico y su país, acertaron, nos referimos al populista por excelencia Mr. Donald Trump.
Pues bien, en lugar de cogerse un mosqueo monumental, o estar despotricando de lo humano y lo divino, y de lo mierdoso que será este año, como lo fue el pasado y lo será el siguiente, la organización pro-legalización de la marihuana Coalición de la Marihuana del Distrito de Columbia, repartirá 4.200 porros antes de que comience el discurso de Trump. La organización invita a aquellos que quieran participar a «unirse en el lado oeste de Dupont Circle, en Washington, a las 8 de la mañana para beber café y té y observar el desfile hasta el National Mall».
Igual esta gente ha dado con la clave. Igual nos tenemos que relajar un poquito ante tanta presión sin sentido. Igual estaría bien que esa nube de humo verde que se formará en la capital de Estados Unidos viaje por todo el mundo y los voceros del caos, y del apocalipsis, se vean poseídos por el espíritu de Bob Marley y bajen el tono. Igual tendríamos que aprender todos a distender situaciones y a crear contextos de dialogo más positivos. Quizás seriamos todos un poco más felices, quién sabe.
En un mundo con contradicciones tan fuertes que se mueve entre el atracón y el hambre, y donde el mismo pueblo que vota a Trump aprueba por amplias mayorías legalizar la marihuana, estaría bien encontrar oasis de calma para ponerle perspectiva al tema y actuar con más criterio. Además dicen que la marihuana adelgaza, allá cada cual. Feliz jueves.