Contracrónica de la ordenación del nuevo obispo de Menorca
Hubo intercambio de mensajes, e incluso cierto revuelo, entre los ocho alcaldes de Menorca pero finalmente todos asumieron el carácter de su representación institucional, tanto de los ciudadanos creyentes como de quienes no profesan ninguna religión, y asistieron a la ordenación episcopal de Francisco Conesa. No había motivos que justificasen ausencias que no habrían sido comprendidas.
La excusa peregrina que circuló en estos comentarios aludió a la presencia del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en la solemne y gozosa celebración litúrgica con la que ayer se cerró la sede vacante en la diócesis y empezó el mandato del nuevo prelado.
La ceremonia en la Catedral de Ciutadella -dos horas y mediacondensó el eficaz resultado del esfuerzo en la preparación, organización y el trabajo realizado desde el 27 de octubre, el mismo día que se dio a conocer el nombramiento vaticano como nuevo obispo de Menorca a favor de un culto y preparado presbítero de Elche que muy pocos conocían en la Isla. Gerard Villallonga, que ha desempeñado, con prudencia y acierto, las funciones de administrador diocesano durante los últimos 16 meses aseveró ayer que «el Santo Padre no sólo ha buscado un candidato apto para el episcopado, sino al más idóneo entre los posibles para el pastoreo concreto en el aquí y ahora en esta porción del pueblo de Dios».
Conesa, sonriente, recibía el afecto y la felicitación de los que hasta ahora han sido sus hermanos de presbiterio en Orihuela-Alicante.
Muchos se habían desplazado a esta isla que navega sobre el mar para acompañarle en una de las jornadas más importantes de su trayectoria pastoral: el día de su ordenación episcopal y toma de posesión como obispo de Menorca. Se nota que es una persona muy querida y cuenta con numerosos apoyos personales.
El juramento
A las diez de la mañana, y con asistencia únicamente del Colegio de Consultores -Bosco Faner, Gerard Villalonga, Jesús Llompart, Bosco Martí y Joan Miquel Sastre, excelente y contundente maestro de ceremonias- y los obispos desplazados a Menorca, Conesa Ferrer efectuó el solemne juramento por el que acepta el nombramiento pontificio y se compromete a desempeñar, de acuerdo con la fe católica y el Código de Derecho Canónico, las funciones, responsabilidades y obligaciones como obispo. Todo relevo implica cambios, aún cuando para estos primeros meses no se prevén innovaciones en la diócesis. Pero todo se andará.
Ahora serán confirmados en sus puestos los actuales responsables y a partir de julio se podrían anunciar los nombramientos que se materializarán después, en septiembre. Sin prisa pero sin pausa. Entre los relevos, el de la parroquia de Santa Eulalia de Alaior.
Porque el nuevo obispo visitará todas las parroquias, conocerá el funcionamiento de la diócesis. Después ya decidirá y proveerá.
Su primer reto consiste en ganarse la confianza y el respeto del clero diocesano.
El hijo mayor del matrimonio formado por Paco Conesa, de profesión zapatero, y Rosita Ferrer, empezó como monaguillo en la parroquia de San Agatángelo de Elche, y ha terminado, de momento, como titular de la sede episcopal de Ciutadella. Entre algunos sacerdotes locales se escuchaba ayer el comentario de «Conesa es mucho obispo para Menorca». A los 55 años hay mucho camino a recorrer, pero hoy y ahora, como subrayó Gerard Villallonga, su compromiso es Menorca.
En declaraciones a José Manuel Vidal, de Religión Digital, manifiesta Conesa Ferrer que «todos los obispos españoles sintonizan con el deseo de renovación eclesial del Papa Francisco» y añade: «ojalá todos los partidos asumieran en sus programas los retos que propone el Papa».
A la sorprendente pregunta de si vivirá en el palacio episcopal, responde: «la residencia del obispo en Ciutadella no puede llamarse 'palacio'. En ella han vivido de manera sencilla y austera los últimos obispos de Menorca. Se conoce como Ca'l Bisbe, la casa del obispo, y en lugar referencial para la gente, que sabe dónde encontrar a su obispo».
«El sermó dels fòssils»
El obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, que fue administrador apostólico de Menorca, acompañó a Francisco Conesa. Ayer era recordada la homilía que predicó en la Missa de Sant Antoni del 2000: «no vull un clero que sigui un fòssil no vull fòssils en el meu presbiteri no vull rectors que viuen d'històries passades no vull capellans que estan tancats en el que va passar ni el 60, ni el 70, ni en el 80. No vull progressistes de fa vint anys, que no és progrés!».
Son unas palabras que fueron pronunciadas hace 17 años en otro contexto, muy distinto al actual. El nuevo obispo prepara con esmero su primera homilía de Sant Antoni, que es esperada con gran expectación e interés.
PREGUNTAS DE LA SEMANA
¿Cuándo nombrará el Consell a la nueva cordinadora de los equipos municipales de intervención familiar?
¿Será declarada nula de pleno derecho, por los tribunales, la subida del agua aprobada por el Ayuntamiento de Maó?
¿Por qué el Gobierno de Canarias no apoya la tarifa plana y, en cambio, pide incrementar el descuento aéreo del 50 al 75 por ciento?
¿Qué artículos de la Norma Territorial Transitoria aprobada por el PP mantendrán ahora PSOE-Més-Podemos?
¿Qué nuevas sorpresas deparará la crisis de Podemos y qué papel desempeñará a partir de ahora la diputada por Menorca Montse Seijas?