Me estaba leyendo un librito de Cees Nooteboom titulado «¿Cómo ser europeo?» cuando la Fundació Rubió organiza el seminario en Mongofra sobre «¿Puede la literatura unir a Europa?». Se anuncian dos mesas redondas abiertas al público: «La Europa que queremos», en la sala Albert Camus de Sant Lluís y «La acción política y literaria en defensa de los valores» en el Museu de Menorca. Escuchar a los ponentes es un placer intelectual en ambos casos. Ojalá tenga continuidad esta iniciativa generosamente patrocinada. Solo uniendo diferentes inteligencias y sensibilidades puede surgir algún futuro en común que valga realmente la pena. Los valores iniciales de la construcción europea nacen de la sangría espantosa de la II Guerra Mundial y del deseo de no caer nunca más en la tiranía y la barbarie. Superar un trauma para construir bienestar.
Dijo un filósofo que no habrá líderes decentes mientras la masa informe y díscola no se deje guiar. Así que la mayoría de líderes actuales son una triste radiografía de las masas que conforman las desconcertadas sociedades de hoy. Sin ciudadanos cabales no hay proyecto ilusionante ni ética que valgan. Pues ciudadano no es el que vive en una ciudad, sino el miembro activo y comprometido de un Estado que le garantiza unos derechos, al tiempo que está sometido a sus leyes. Y sabemos por experiencia que lo que no va hacia delante, retrocede y se derrumba. Como Europa. Como España. Como todo.