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Les coses senzilles

Florit Nin a ca sa Capellana

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Francesc Florit Nin expone sus «Divinitats humanes» hasta el mes de octubre en el claustro del seminario de Ciutadella. Se trata de cuadros de gran tamaño que representan rostros de hombres y mujeres, a menudo en blanco y negro, o con verdadera sobriedad de colores, sobre soporte de madera. Son rostros serenos, seguramente porque Florit Nin es un hombre mesurado y ecuánime, poco dado a exaltaciones pasionales o a fantasías desgarradoras. Pero incluyen a menudo elementos imaginativos, como arabescos que decoran la piel como si se tratara de un papel pintado, o letras que surgen en desorden de la cabeza de alguno de sus personajes, un motivo que en algunas de sus obras recientes se ha visto repetido. Francesc Florit Nin, además de pintor, es poeta, y siente la necesidad de defender las letras y la lengua en sus versos y en sus cuadros. Visto desde esta perspectiva todo parece explicable. Un hombre amable, que ha pintado rastros de hojas y flores en cuadros grandes, con trazos hábiles, cuando vuelve sus ojos hacia sus congéneres los adorna con los mismos dibujos geométricos y caprichosos con que se nos muestra la naturaleza, repetitivos como los gajos de una naranja, las celdillas de un panal de miel, los entresijos de una piña tropical o los pétalos de una flor. Estas son las divinidades humanas de Florit Nin, rostros casi vegetales cargados de serenidad. Hay que ver lo que escribe la gente cuando contempla un cuadro. Seguramente al autor nunca se le había ocurrido nada de esto.

Si el dios de Florit Nin es la naturaleza, estoy por decir que el dios de los ciutadellencs es San Juan –Sant Joan. Cuando llegan las fiestas de Sant Joan las puertas del seminario se abren para dar cobijo a sa beguda de sa capellana. El claustro del antiguo convento resulta brillante por el encalado de sus arcadas bajo el intenso sol mediterráneo, y la gente, aun hoy, se pone ropas elegantes, vistosas, que contribuyen a dar colorido a la fiesta. Sobre las mesas aparecen coques, panets, formatjades y también vasitos de gin con limonada. El caixer capellà, radiante, hace los honores y la vida parece sonreír a todos con el parpadeo de los caballos y los destellos de las espuelas de plata en medio de la calle. Este año la magna celebración tendrá en cada uno de los soportales el retablo de los grandes cuadros de Francesc Florit Nin, los rostros silenciosos que sin embargo hablan un lenguaje de sobriedad y expresan una manera sosegada de contemplar el mundo.

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