La estadística de bodas no está para alegrías últimamente. Este sábado en la iglesia de Santa María de Maó se han resarcido con creces de la sequía de ceremonias con una glamurosa. Hablo, cómo no, del enlace entre el jugador de baloncesto Sergio Llull y su ya mujer Almudena Cánovas. Se cerró el tráfico unas horas, se agolparon curiosos en torno al perímetro de seguridad, llegaron los invitados, entre ellos, algunos de los mejores del baloncesto mundial, todos -ellos y sus parejas-, luciendo sus mejores galas y allí, en un Maó que normalmente en fin de semana por la tarde, en la canícula del verano, se dedica a languidecer, había un ambiente divertido e inusual. También cariño e ilusión de muchos de los presentes, sobre todo niños aficionados al deporte que querían ver a sus estrellas, a Lull y al resto de jugadores.
Bueno, pues todo ello una vez más también movió a la crítica de algunos en internet. Que si no es el ídolo de nadie, que si parece que son los reyes (si lo fueran, también molestarían), que si no se puede circular (¿acaso iban a hacerlo?), etc. Más allá del cotilleo, habría que hacer unos números para saber la repercusión que un evento de estas características tiene. No solo es una increíble promoción gratuita, sino que además deja dinero en la Isla. El sector de eventos y de bodas es uno de los que prosperan en los últimos años en Menorca, y una ceremonia como esta lo empuja mucho más. En cuanto a las cifras, solo entre la exmiss Helen Lindes y su marido Rudy Fernández suman casi medio millón de seguidores en Instagram. Multipliquemos. Fotos, 'me gusta', retuits, todo con el hashtag de Menorca, sus playas, La Mola, Maó, más las publicaciones en diarios digitales y de papel, de información general, deportiva o de gente y sociedad. En fin, no hay que ser un lince para ver los beneficios. Además, si hubieran decidido casarse fuera, los criticones también hubieran saltado a la yugular. Y es que... hay gente que nunca está satisfecha.