En la rueda del tiempo se suceden las estaciones; los años, con sus efemérides y celebraciones; los cursos, para profesores y alumnos; las legislaturas para los políticos y las ligas para los futboleros. Es el eterno retorno. El otoño dará un respiro a las playas vírgenes y el invierno nos traerá un año nuevo que acabará en 18. Por suerte, la historia se repite. Por eso tropezamos con la misma piedra y seguiremos, erre que erre, cometiendo viejos errores. Por eso nos suena tan familiar casi todo, cuando estudiamos historia. Hay antecedentes, antepasados y antisistema. Estos han existido siempre, desde que el sistema existe. Cambian de nombre aunque el peligro sea el mismo: la tiranía de los intransigentes.
Celebraremos las fiestas de Mahón y de Maó al mismo tiempo, para despedir un tórrido verano que empezó con las de Sant Joan al otro extremo de la Isla. Los caballos relinchan impacientes cuando oyen a la gente ensayando el «Volem vi». Se van las vacaciones en forma de velero, buscando algún viento favorable que rompa el espejo del agua.
Se vuelven a abrir los colegios e institutos para repetir curso, aunque siempre es único y diferente al anterior. La historia no se repite. Nuevos alumnos intentarán aprender todo lo que la vida pueda enseñarles. Pasarán cosas y habrá conflictos. Cada curso que empieza es un libro de texto repleto de novedades y apasionantes hallazgos que, en gran parte, escribiremos nosotros.