Me atrevo a garantizarles que si en nuestro ordenamiento jurídico no existiera esa figura procesal de «ha prescrito», los sumarios y los juicios durarían menos. Además, el hecho de prescribir no hace que un delincuente deje de serlo, más bien puede suceder al contrario, que viendo lo bien que ha librado y sin ningún escarmiento por ello, se anime a seguir choriceando. Digo que un delincuente por prescribir lo suyo, sigue siendo delincuente, a no ser que nos obliguen a entender que para ser delincuente se tiene que haber sido antes previamente juzgado y encontrado culpable, cosa sobre la que podríamos hablar mucho, porque al margen de lo que pueda juzgar un juez, están en primer lugar los hechos que conforman el sumario judicial, y aún antes que el sumario, está la infracción cometida, con lo que para mí tengo, que un sumario no le da ni le quita al hecho de haber infringido la ley ¿Que para purgar un delito hay que ser previamente juzgado? Eso no se pone en duda, como tampoco hay quien me convenza de que algunos delitos, y algunos gravísimos, jamás son juzgados.
Los distintos aspectos de la ley siempre me parecieron complejos, por eso siempre he dicho que el oficio de ser juez lo veo complicado por no decir muy difícil, sobre todo cuando un juez tiene que juzgar a un presunto delincuente al que a lo mejor se le sigue llamando señoría a pesar del cúmulo de pruebas que dicen que es un corrupto redomado. Un corrupto sí, pero que tiene los más eficaces leguleyos, verdaderos expertos en encontrar el más mínimo resquicio que permita retorcer la ley, para si no librar a su señoría a la primera, sí tener la puerta abierta al recurso, una y otra vez, y así pasan los años hasta que un día todo el asunto del proceso agavillado en centenares de folios llega al último juzgado, donde un nuevo juez, de lo primero que se dará cuenta es que la carga culpativa ha prescrito. Pero a mi entender, eso no quiere decir que aquel sujeto en cuestión sea inocente.
Sin ir más lejos, fíjense en el caso de un tal Camps, D. Francisco, señalado ahora en pleno juicio de la Gürtel por Ricardo Costa, a la sazón secretario del PP valenciano cuando tuvieron lugar los hechos, señaló sin pelos en la lengua al tal Camps como máximo culpable y a la postre gran beneficiado de dos legislaturas pagadas, quiero suponer que en parte con dinero negro, procedente de empresarios que tampoco han sido aún encontrados culpables por lo que hicieron y en algunos casos ni siquiera imputados. Bien, pues ahora descubiertos aquellos hechos mafiosos, no falta quien ya diga que Ricardo Costa larga lo que está largando porque el asunto para Camps ha prescrito. No sé si es el caso, pero el dichoso «ha prescrito» a cuántos ha salvado de ser chorizos ¡hombre tú, no fotis! O sea, que quiénes ganaron aquellas dos legislaturas, según lo dicho por el sr. Costa, tan descaradamente dopadas, se pueden ir de rositas. Pregunto: ¿pero quién hace eso no es un delincuente político? Frente a este muladar de la poca vergüenza política, no me queda otra que acordarme de lo que dice Tomeu Peña en una canción «Mos han dit tantes mentides que no se poden contar, ni crec que cap capellà mes grosses n'hagi sentides». Por si fuera eso poca cosa, para mí tengo que hay mentiras que ganan juicios y ten más que diría el otro. Resulta que los chorizos ¡ay perdón! Quise decir los presuntos chorizos gordos, los de guante blanco, son en buena parte aforados, sí… no me lo diga usted ya lo sé. Ser aforado según algunos no es ningún privilegio por más que curiosamente ningún aforado, salvo alguna rara avis, quiere dejar de serlo. En cualquier caso, algunos también nos gustaría estar aforados, porque curiosamente, no son pocos los que están dispuestos a seguir repitiendo legislaturas por tal de seguir estando aforados.
De manera que, entre lo bien que les prescriben a muchos sus corruptelas, aún hay que añadir lo de estar aforado y por si tantos salvavidas no son suficiente, especialistas muy bien entrenados en defender lo que parece indefendible, o como diría uno del procés en enredar la troca, y si finalmente llega a suceder que acaban en el trullo, hay que ver lo poquito que les dura la penitencia. Algunos ni siquiera están en ese caso, no sé por qué me acuerdo ahora de un tal Urdangarin, y claro, abierto ya el melón pues me vienen a las mientes, un par de docenas de nombres que no quiero marearles anotándoles la lista. Además tengo la percepción de que, por muy corruptos que cualquiera los vea, tienen posibilidades de pasar a la historia como honrados caballeros o caballeras o señorías. Repito, el prescrito ha salvado a muchos chorizos de serlo.