10-II-18
Visita al mercadillo de Palamós donde se me hunde el mito de la incomparable pujanza de la tramontana menorquina, sublimada en el mirador del Polo del viejo Instituto de la plaza de San Francisco. El viento, gélido, huracanado y cortante como una navaja nos impide caminar en una mañana soleada, antesala de una entrañable celebración familiar en Calonge donde no faltan la exaltación de la amistad, los cantos regionales (Un señor damunt un ruc) y la exhibición de peculiaridades menorquinas (No bovegis, melao). Una jornada extraordinaria en risas y afectos renovados.
17-II-18
Me aburren y entristecen las reyertas lingüísticas porque amo la lengua materna que no me dejaron estudiar en la escuela (lo hago de mayor), y no logro entender los intentos de reducirla a mero folclore (tampoco las imposiciones desmesuradas) y, mucho menos, las peregrinas discusiones sobre si nuestra lengua es catalana o menorquina o balear, o mahonesa, o ciutadellenca o migjornera (¿acaso el andaluz, el extremeño o el lunfardo no son lengua castellana?). También deploro el aprovechamiento gubernamental del 155 para pegarle un tajo a la política educativa catalana que, no lo olvidemos, emana de un acuerdo del Parlament ampliamente mayoritario, añadiendo así más leña al fuego del desencuentro. A ver quién tiene la mecha incendiaria más larga, escribe hoy Sergi Pàmies en «La Vanguardia». O se trata de efectos colaterales de la contienda PP-C's…
19-II.18
Lo mejor de la película «El instante más oscuro» es precisamente la humanización de la capital figura de Winston Churchill, quien lejos de mostrar un ánimo pétreo e indestructible, exhibe sus dudas y flaquezas con entrañable impudor. Frente a la imagen de un político férreamente contrario a la negociación con Hitler y Mussolini, Churchill, a través del oscarizable actor Gary Oldman, se nos muestra dubitativo y frágil, aunque finalmente se reafirma en su postura inicial de «vencer o morir». Completo la sesión hurgando en mi biblioteca churchiliana:
A la salida de la Cámara de los Comunes, le aborda Lady Soames.
-Mr Winston, usted está borracho, y lo que es más, está asquerosamente borracho.
-Bessi, querida, usted es fea, y lo que es más, es asquerosamente fea. Pero mañana yo estaré sobrio y usted seguirá siendo asquerosamente fea.
Un fotógrafo, en el 75 aniversario del político.
-Espero, señor, hacerle la foto el día que cumpla cien años.
-No veo por qué no, joven. Lo veo razonablemente saludable y en forma.
Diálogo con Lady Nancy Astor
-Si estuviera casada con usted, le pondría veneno en el café.
- Si yo estuviera casado con usted, me lo bebería.
Feliz eternidad, viejo león.
22-II-18
«Hermano Lobo», «Historia Forgesporánea», «Forgendros», «Historia de aquí», «Los Forrenta años», «Caperucita Doja», sus chistes diarios en «El País»… Un rápido vistazo a mi biblioteca forgéndrica y a la sala de estar repleta de tazas y posavasos con dibujos de Antonio Fraguas, toda una vida a su lado con la sonrisa puesta. Una nueva y dolorosa despedida en momentos en que se ciernen densos nubarrones sobre la libertad de expresión (vuelven «las injurias al Jefe del Estado», «las blasfemias», la censura artística y otros delitos, fruto de la ominosa «ley mordaza»), que cultivó Forges con un humor tan amable como insobornable. Snif le haría decir hoy al Blasillo, a Concha y Mariano o a sus inolvidables náufragos…Snif, snif, snif.