No estamos a lo que hay que estar y pasa lo que pasa. Nos pasamos la vida ocupándonos de lo urgente y nos olvidamos de lo importante (que frase más chula, cómo se nota que no es mía, la leí en Internet). Nos pensamos que somos inmortales, y pasamos el tiempo recreándonos en el arte de postergar. Mira que nos han avisado millones de veces, que no podemos seguir tirándole mierda el planeta de esta manera, que la Tierra se muere de sed, o se ahoga, sin término medio. Pero nosotros como si nada, a distraernos bajando al móvil la ultima aplicación que nos diga cuántos pasos damos al día, o cuántas veces debemos ir al wáter para mejorar nuestro tránsito intestinal.
Como si no tuviéramos ya bastante con el mosquito tigre, que pica a todas horas y además puede contagiar enfermedades muy chungas, el llamado cambio climático nos lo trajo, este maldito insecto ha pegado fuerte en nuestra Menorca. O con el picudo rojo que está devorando las palmeras. O el puñetero mejillón cebra que se está cargando los ríos y los pantanos de la península. O el cangrejo americano, que se ha convertido en una autentica plaga. Hagan cuentas señores, según los cálculos publicados en la revista «Journal of Applied Ecology», los problemas que las especies exóticas invasoras causan en Europa suponen un coste superior a los 12.500 millones de euros al año. Solo con esto, y un poquitín de lo que han robado los corruptos, nadie se mosquearía porque subieran el sueldo mínimo interprofesional de una mierda a miserable, hay que ser mala gente.
Pues ya está aquí la liada definitiva, la señal inequívoca de que todo se va al carajo. Agárrense a lo que puedan queridos lectores, allá va: la cerveza se ve amenazada también por el cambio climático. ¡Nooooo! Según un estudio reciente publicado en «Nature Plants» el cambio climático está provocando una mayor frecuencia e intensidad en las sequías y olas de calor, lo que afectará a la producción de cebada. El trabajo concluye que en los peores años la cosecha de grandes productores de cebada se reducirá casi en un 40 por ciento. A finales de siglo las cañas podrían cuadriplicar su precio. Si la ley antitabaco fue la única que consiguió, mayoritariamente, sacar a la gente a la calle, aunque solo fuera para fumar, y no para protestar, esta debacle ecológica será la que traiga la autentica revolución.
Porque si un poco de lúpulo, malta de cebada, agua y levadura será imposible aguantar a tanto cretino violento, a los poderosos, sedientos siempre de más, que siguen pisoteando seres humanos como si fueran hormigas, a tanto intoxicador de verdades, a tanto vendedor de humo, a tanto mediocre con megáfono que vocifera su bilis para inocular el odio, en definitiva, a un mundo tan cruel como siempre, pero con mayor fuerza destructiva que nunca.
No olvidemos que la cerveza lleva con nosotros desde los sumerios, allá por el 3500 antes de Cristo, y a pesar de los grandes genocidas y tiranos que ha conocido la humanidad, ninguno de ellos consiguió acabar con la rubia bebida. Que sea esta generación de descerebrados políticos, y poderosos y oscuros hombres de negocios, los que terminen con las birras, porque se han pasado por el forro lo de la ecología, dice muy poco a favor de nosotros, la generación que les ha dejado crecer y multiplicarse. Pero cuando llegue el día en que solo los ricos puedan ir de cañas, que se preparen los de arriba, porque la revolución será imparable. Feliz jueves, y sigan disfrutando, mientras se pueda, de unas cervecitas con los amigos.