Eso dijo Laporta cuando la crisis arreciaba en Can Barça, más o menos como ahora en el jardín de Florentino. Nosotros mismos, los españoles, nos flagelamos porque con respecto a Europa tenemos peores horarios laborales, sueldos más bajos, menor productividad, más quinquis, corrupción, peor democracia, más amor por la juerga que por el trabajo, hay apagones y bla bla bla.
Los medios británicos nos sacuden en cuanto tienen oportunidad, aunque sea cogida por los pelos. Pero la realidad muestra otra fotografía, en pocos años seremos el país con más esperanza de vida y la difusión de esa noticia ha mutado la percepción internacional de España, el mejor país del mundo para nacer, según concluye «The Guardian».
Sam Jones, un cronista enamorado sin duda de las costumbres españolas, como tantos vecinos nuestros, escribe en el citado medio que el nivel democrático de España está por encima de países como Bélgica, Francia e Italia, lo basa en el reputado índice de la Unidad de Inteligencia de «The Economist». La violencia machista nos golpea y crea pesadumbre, pero es inferior a estados tan envidiados por su avanzado nivel social y democrático como Suecia, Finlandia o Dinamarca.
La lengua española, que algunos no consideran suya en su propio país, es «de las más ricas, habladas y estudiadas en el mundo» y asegura que ha dado la vuelta al orbe «tan solo hablando español». Bueno, siendo inglés, a lo mejor es una mentirijilla para adornar el reportaje.
Añade otras perlas de admiración, somos el país con más misioneros en el mundo, líder europeo en fecundación in vitro, la segunda mejor cocina del mundo y la mayor empresa textil del mundo (Zara, en Galicia) es estudiada en todas las escuelas de negocio. Tenemos uno de los sistemas sanitarios gratuitos más completos y en Davos fuimos elegido el mejor país para viajar atendiendo solo a criterios de seguridad.