Diciembre es oler a Navidad. Andando por la calle me percato de varios coches que van cargados con el árbol, y cajas de cartón de marcas de pan o de lavavajillas que van repletas de decoración navideña que se gurda en el desván o trastero y es hora de desempolvar. Alguna que otra figurita cae nueva este año. Hay personas que montan el árbol con lo que han heredado, quieren que todas ese bolas de vidrio soplado a mano pasen a su descendencia, como lo hicieron con ellos. Otros como nuestros vecinos hacen que la comunicad no sea solo un hola y adiós, en este mes. En su puerta han puesto un calendario de Adviento y cada día todos los niños-vecinos están invitados a coger un detallito del día hasta el nacimiento del niño Jesús. Cuatro niños, cuatro hermanos iban de puerta en puerta dejando un papel escrito por ellos con la invitación a participar de este delicioso detalle, y no contentos iban llamando a la puerta como me sucedió a mí, y cuando abrí los cuatro me lo contaron de viva voz. En esos detalles hay magia: en su intención, en su acto, en su mirada. No hay que complicarse estas fechas para ilusionar. Hay que dejarse llevar, fluir, sentir,...
Cada acto que se haga de manera altruista, sin esperar nada a cambio llena el corazón. Empezar por alegrar a alguien que tengas cerca es el primer aleteo de mariposa para cambiar el mundo. Esa ola de aire expansiva, cuando la mariposa vuela, hace posible voluntades mayores. El voluntariado con personas necesitadas, o con personas mayores o impedidas, las ong, ...
Tenía un amigo -ahora ya le he perdido la pista-, que me contaba que él por Navidad se reunía la misma noche del 24 de diciembre con otros tres o cuatro amigos más, y las cestas o alimento delicatesen que habían recibido en sus casas, callejeando las repartían a las personas sin hogar. Hay personas con ocurrencias en esos días familiares llaman la atención, capaces de sorprender. Cuando crees que todos hacen las mismas cosas que tú, hay otros que prefieren romper moldes, cuando nadie les ve.
Casi todas las personas, en los meses de diciembre y enero, estamos más vulnerables a sentir la llamada del amor, de la cooperación, de la ayuda. Será por el frío, será por la decoración, será por las luces, será por la ilusión de los niños,... sea lo que sea, aunque se concentre los buenos actos en dos meses para algunos, eso que se suma. Y eso que aprendemos un poquito los demás. Siempre digo que es bueno copiar, y si se copia lo bueno, pues mejor que mejor.
@sernariadna