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Con derecho a réplica

Zapatillas en el frigorífico

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Lo soltamos nada más empezar y sin adornos, muy seco, somos el cuarto país de Europa en cuanto a desigualdad, solo nos superan en este ranking que marca las diferencias entre los ultra ricos y los pobres, Bulgaria, Rumania y Lituania, datos de Oxfam-Intermon. Ahora vais todos los salvapatrias y os tapáis con la banderita, que abriga mucho. Y de paso os vais a una corrida de toros, o de cacería, para apretaros después un coñac Soberano, porque ya se sabe que: «Soberano es cosa de hombres». Perdón por el referente tan viejuno a un anuncio de coñac, pero ya saben que el medio siglo de vida da estos puntazos nostálgicos. Si tienen curiosidad pónganselo en YouTube, fliparán con el patriarcado, el mismo que quieren de vuelta los casposos de los nuevos viejos partidos.

Bueno, bueno, bueno, no será para tanto, eso irá por zonas, dirán algunos, o soltarán la frase más boba que se puede escuchar para explicar algo: «eso es como todo». Pues será como todo, o como nada, pero hasta en nuestra rica, y paradisíaca, Menorca hay 11.000 personas que viven con menos de 6.000 euros al año, lo que se gasta cualquier corrupto de medio pelo en unas horas de juerga. Y más de 2.000 menorquines siguen acudiendo a los bancos de alimentos para comer. Como jode ¿eh?, porque si lo pobres son africanitos como que bueno, como que vaya, como que es lo que hay. Pero cuando el pobre está en la puerta de al lado, y habla nuestro idioma, molesta más, hace feo, es más difícil sacudirse la conciencia. Como el macho alfa que suelta: «No me importa que sean maricones, pero que no se les note mucho». Ojos que no ven…

Quizás, cegados por las bombillitas de luces de un mercado inmobiliario que se ha vuelto loco de remate, porque no aprende nada, o por los yates lujosos que atracan en nuestros puertos, o por el piberío vario que se respira en las épocas estivales, no nos damos cuenta de que la cosa sigue malita, y de que hay pobres que lo tienen chungo, y ya son crónicos porque el sistema está montado de tal manera, que de padres pobres quedan hijos pobres, y de padres ricos, quedan hijos aún más ricos y encima viven once años más, la pobreza desgasta mucho. Ha sido la voladura minuciosa de lo que en otro tiempo se llamó «ascensor social», no hay consenso sobre el ascensor del puerto de Maó, imaginen sobre este.

Y la cosa sigue por el caminito más empedrado queridos lectores. El Hotel Henn–Na, en Japón, ha despedido a la mitad de sus robots porque le daban mucho trabajo y le salían caros. Alucina, nosotros que teníamos miedo de que los robots nos quitaran el curro, y resulta que ya se están dando cuenta de que los esclavos salen más baratos que los androides. Además en nuestra isla seguro que la humedad les come los circuitos, y saldría por una pasta hacerles el mantenimiento. Así que tranquilos, podemos seguir sirviendo a todos los turistas que vengan tomando solo unos cuantos ibuprofenos para la espalda. Somos una isla de servicios, en un país de servicios, ¿duele aceptarlo?, pues sí, pero es lo que hay.

Cuesta digerir este artículo, es muy áspero, así que vayamos a otras mierdas, como hacen los telediarios con sus últimas noticias. Para acabar, ¿sabían ustedes que hay unas zapatillas térmicas que igual puedes meter en el microondas que en el frigorífico para calentar, o enfriar sus pies?, al parecer están rellenas de semillas de trigo y son la caña. Y ahora que cada cual se quede con la parte del texto que más le mole, si es que encuentra alguna. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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