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Con derecho a réplica

Órdenes confusas

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Hola Miguel Bosé, ¿qué tal va? Ya veo que andas muy liado haciendo conciertos para defender los derechos humanos en Venezuela. ¿Buenas causas, Miguel?, aunque sorprende que no te chirriara usar los vientres de alquiler para ser padre. Eso de que las mujeres pobres se conviertan en granjas incubadoras para darles hijos a las mujeres, y hombres, ricos a cambio de pasta recuerda un montón a la serie «El cuento de la criada», esa distopia tan jodida, pero tan posible.

Miguel, dijiste en el reciente concierto de Colombia: «Aprovecho también para decirle a la señora Michelle Bachelet, altísima comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas... mueve tus nalgas y haz de una vez...», es un comentario estúpido y machista. Pero no me voy a cebar con la inoportuna frase, seguro que te dejaste llevar por el ritmo sabrosón de aquellas tierras y se te escapó, además ya has pedido disculpas por la cagada. Llama más la atención tu interés por el bienestar del pueblo venezolano, y no por el haitiano, o el palestino por poner dos ejemplos. Eres libre de poner tu arte al servicio de cualquier causa, faltaría más, pero después de aparecer en la lista negra del fisco con una deuda de 1,8 millones, permite que vea sombras en tan, aparentes, nobles intenciones.

Por aquí, por nuestra bella Menorca, no dejaste un gran recuerdo. No olvidamos aquel concierto que distes allá por el año 2007, donde tenías la voz hecha un mierda, pero en lugar de suspender, que era lo que tocaba, optaste por tocar lo justito, 50 minutitos, para cobrar tu pasta gansa, y dejar a los 4000 asistentes con cara de pasmaos a los que acababa de timar un divo.

Dejemos a Miguel ya en paz, que después de su «Amante bandido» poco ha aportado a la humanidad. La figura pública de este cantante nos sirve solo, queridos lectores, para reflexionar sobre quienes son realmente las figuras, o entes, que pululan por los medios y la cantidad de postureo que les rodea. Quedan poquísimos referentes públicos a los que agarrarse, gobiernos, partidos políticos, monarquías, sindicatos, iglesias, jueces, organismos internacionales, e incluso muchas organizaciones no gubernamentales, se tambalean bajo el peso de la corrupción, el mamoneo y la falta de ética. Los hay que, a falta de brújula, se han agarrado como locos a una bandera, como si dijeran: «Oye mira, ves este trozo de tela de colores, pues me da derecho a hacer lo que me dé la gana, así que cuidadito conmigo». Flipante comprobar cómo ha calado el discursito.

Pero igual todo este embrollo, que pinta peor que la cara de Mickey Rourke después de su enésima operación de cirugía estética, es sencillamente porque nuestro cerebro recibe órdenes confusas. No sé, hay personas que admiran a Cristiano Ronaldo porque juega bien al fútbol, y se van al juzgado a aplaudirle a pesar de que ha defraudado a Hacienda una pila de millones. Impuestos que deberían ir dirigidos a cosas tan lujosas como una escuela, o un hospital. Igual las neuronas de aquellos seres aplaudientes, recibieron órdenes cerebrales que les desorientó.

A ver si van a ser esas órdenes confusas las que han empujado a millones de personas a votar a partidos corruptos, e incluso a partidos xenófobos, racistas, homófonos y autoritarios. O es eso, o es que la especie humana estaba condenada a su extinción desde el mismo momento en que el Homo erectus pasó a ser Homo sapiens. O simplemente será que la noche nos confunde a todos, como decía aquel gran filósofo de Telecinco. No tengo ni idea. Feliz jueves.

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