Injusticias hay muchas, puede que la vida en general sea injusta, al menos para la mayoría de las personas. Es obvio que dejar a los malos malísimos, que dañan cruelmente a los demás, sin castigo es muy injusto, pero lo es aún más castigar al inocente, condenar al solidario, machacar al cándido. Las leyes las escriben los poderosos, y no van a consentir que se legisle para que ellos pierdan el poder.
Lo afirmado en el primer párrafo es tan cierto como que Menorca se está quedando sin piedra de marès porque lo compran todo los extranjeros. Es raro que los partidos xenófobos no hayan hecho una campaña con el eslogan: «La piedra de marès es española, basta de expolios extranjeros». Todo ello acompañado de miles de banderas hondeando en las canteras para defender la patria de los extranjeros ricos que compran nuestra valiosa piedra, dejándonos a nosotros con el gris y apátrida hormigón. Seguramente dichos partidos son mas aporofóbicos (odio al pobre) que otra cosa, porque estoy convencido de que si llega a nuestras costas una patera moverán cielo y tierra para fomentar el odio a lo musulmán, pero si llega un jeque en su lujoso yate, se pondrán de rodillas a besarle las babuchas a ver si caen unas moneditas, ser clasista es lo que tiene.
Volvamos al tema, que me despisto más que los que llaman a Eduardo Inda periodista, o a «Roma» película de culto, perdónenme, pero vaya truño. Un ejemplo de ataque al inocente, cuatro voluntarias del grupo No Más Muertes fueron declaradas culpables la semana pasada por colocar garrafas de agua en una remota área fronteriza de Arizona donde 91 inmigrantes indocumentados han muerto desde 2014. El juez federal condenó a Natalie Hoffman, Oona Holcomb, Madeline Huse y Zaachila Orozco, por intentar salvar la vida de las mujeres, hombres y niños que huyen de la miseria y la violencia, intentando encontrar una vida mejor, y mueren deshidratados en el desierto. Ahora que venga un listo, de los de toga y chalet adosado, a decirnos que las leyes están para cumplirlas y no sé cuántas zarandajas más que ayudan a perpetuar un sistema despiadado e inhumano.
Es más fácil para muchos seguir los mandamientos de sus dioses. Entre tal o cual situación mi guía espiritual me dice que haga esto, o esto otro, y yo tranquilo, que la decisión no es mía, es divina y así no me puedo equivocar. Pero, ¡ay amigo!, cuando no hay dios al que recurrir, ni gurú al que obedecer, qué difícil se hace todo. Porque ante cada ley, ya sea divina o humana, uno se plantea si es correcto cumplirla o no, si es ético, si es humano. En muchas ocasiones uno no lo tiene claro, y se caen en contradicciones propias del que duda, e impropias de los fundamentalistas ya sean de un dios antiguo, o de los dioses milenials que han venido con las nuevas tecnologías y con un sistema económico que adora el dinero por encima de todas las cosas. Mientras ven Netflix no molestan, que la ficción les dé lo que nunca encontrarán en la realidad, y mientras nosotros a seguir haciendo caja. «¡Hu-ha!» que diría Chimo Bayo para que no pare la fiesta.
No sé, queridos lectores, dónde irá a parar este barco, no tengo ni idea, todo pinta a que seremos un nuevo «Titanic», donde los ricos flotarán y el resto comidita para los peces. Pero quién sabe, igual algún hacker la lía parda desde su tablet y los nuevos dioses del lenguaje binario le dan la vuelta a la tortilla para que todo fluya más justo, más equilibrado. Feliz jueves y la cerveza siempre fría.