Lo que ocurrió el pasado fin de semana en uno de los caminos próximos al aeropuerto, Vía Loreto, con el destrozo de más de veinte coches mal estacionados, es algo bastante rastrero, vandalismo sin más –qué placer tan insano e incomprensible–, o con algún tipo de interés que deberá ser investigado por la policía. Que los vehículos se encontraran estacionados en una de las zonas no oficiales, ignorando las señales, no es motivo para arremeter contra ellos y causar ese daño, hay multas y grúas para las infracciones. Más al contrario, debería llevar a repensar nuestro modo de llegar al aeropuerto, la principal vía de entrada y salida de la isla, y analizar qué otras opciones tenemos si no es el vehículo privado.
Son pocas, especialmente en invierno, si uno no quiere rastrear el supuesto chollo en el billete aéreo y luego acabar pagando más en la parte del viaje a priori más simple, la de llegar al aeropuerto. Las posibilidades se reducen mucho si además el traslado debe realizarse desde otro municipio que no sea Maó y hay que hacer coincidir frecuencias de autobuses y horarios de aviones. La rigidez y la planificación presiden nuestra vida cuando se trata de salir de Menorca.
Aena no ha cedido nunca en el tema de los aparcamientos, su postura es que los de Menorca no son los más caros de la red, y hay que remontarse a los años anteriores a la primera ampliación del aeropuerto, a finales de los años 80, para documentar la existencia del parking gratis total. Es además bastante injusto para los trabajadores aeroportuarios que no pertenecen al ente gestor tener que abonar aparcamiento a un precio elevado, de no existir acuerdos con las empresas. Ante la situación, si no se crea una zona de precio más reducido, sí se podría estudiar que los residentes pudieran acceder a algún tipo de abono. Las circunstancias no son iguales a las de una ciudad en la que frecuencias de metro y autobús más la oferta de taxis y VTC hacen que el coche particular quede relegado. Los hábitos no se pueden cambiar sin un transporte adecuado. Son demasiadas las personas que se arriesgan a dejar su coche aparcado en un camino como para ignorar el problema.