11-X-19 Viernes
Apertura de curso en el Ateneo con un ambiente inmejorable, y una constatación: la casa se ha hecho pequeña. Novecientos socios es una cifra insólita y un aval para todo tipo de proyectos, incluido el de su remodelación, próxima a iniciarse. Y es que el Ateneo goza de un momento histórico excepcional y es un enorme orgullo para todos los que hemos puesto nuestro granito de arena a lo largo de los años.
Marina Garcés, filósofa de altos vuelos presentada por su padre Jordi, afamado arquitecto barcelonés y menorquín vocacional, nos habla de la experiencia del límite, ese resquicio de libre albedrío que nos queda una vez sorteada la química cerebral. El mal es mudo, nos dice Marina, porque interrumpe la cadena del lenguaje. No debemos quedarnos callados, hay que hablar y escuchar, que no es otra cosa que implicarse, para estar juntos aunque nos desagrademos. Y hablarnos para poder salir juntos de este temps de foscor al que alude Marina.
12-X-19 Sábado
«Mientras dure la guerra» es una notable película de Amenábar sobre los inicios de la contienda civil española, que gira en torno a la figura del entonces rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno. Ni un ruido ni un carraspeo, ni una luz de móvil durante la proyección. La película te involucra desde el primer minuto y es respetuosa con la historia de aquellos lúgubres días. Para mi quisquilloso sentido de la equidistancia, le falta reflejar el ambiente de violencia republicana previo a la guerra y le sobra un poco de histrionismo a la figura del general Millán Astray, odioso, sin duda en su apología de la muerte, pero, al parecer, no tan patán como lo dibuja Amenábar.
13-X-19 Domingo
Isla del Rey. Le debía a Luis Alejandre la visita para concertar una sala dedicada a la oftalmología. La traducción de un bellísimo libro de un colega inglés de la época, avanza a velocidad de crucero mientras el general lo hace a ritmo de huracán. Es difícil resistirse a la frenética actividad de este hombre, iniciador y líder imprescindible de una obra tan descomunal y me imagino que insólita en el mundo, como la de restaurar sin más medios que el entusiasmo y la generosidad de un ramillete de ciudadanos de a pie un edificio tan singular domo el hospital de sangre de los ingleses del siglo XVIII. El ambiente creado los domingos en la Isla del Rey desdice que estemos en temps de foscor. En la illa todo es luminosidad y risas, una entrañable escuela de buen rollo en un mundo permanentemente cabreado.
14-X-19 Lunes
Y llegó la sentencia. Escucho las distintas emisoras de radio, leo todo tipo de periódicos trufados de frases grandilocuentes así como sutiles disquisiciones jurídicas entre rebeliones y sediciones (en mi opinión nada experta, solo hubo un delito de desobediencia masiva y otro de malversación), y siento pena por los encarcelados y sus familias así como frustración por la incapacidad de la democracia en el siglo XXI para dar una salida política a un problema eminentemente político, por no saber (o no querer) implementar un procedimiento legislativo que ofrezca un camino para encauzar un conflicto que viene de siglos. La sentencia no cierra ni abre ciclo alguno como titulan algunos periódicos, sino que lo perturba todo un poco más al exacerbar las emociones y empujar a la moderación al limbo de la irrelevancia.
15-X-19 Martes
Woody Allen vuelve por sus fueros de la comedia ligera o quizá no tan ligera, con algún giro argumental tan sorprendente como delicioso (la conversación del protagonista con su madre es impagable). «Día de lluvia en Nueva York» no es una película para carcajearse, pero acabo con agujetas en los músculos risorios por mantenerlos activados durante la hora y media que dura la penúltima entrega del genio neoyorquino. Gracias mil a José Luis Portella por estrenarla el mismo día que en el resto de España y gracias a Mr. Allen por hacernos sonreír en tiempos oscuros.
17-X-19 Jueves
Quim Torra confirma en el Parlament que es un activista inasequible al desaliento: desde la tribuna vuelve a apelar al derecho de autodeterminación (que no existe como tal en las democracias occidentales) y promete que lo volverán a hacer (otro referéndum ilegal). Pasa de puntillas sobre los gravísimos desórdenes públicos de las dos últimas noches cuando su responsabilidad en ellos es más que notable por su teoría y práctica del apreteu. La violencia callejera se sabe cómo empieza pero no cómo puede terminar y jamás de los jamases un gobernante puede comprenderla y mucho menos alentarla. Quim Torra es hoy un peligro público y si les queda algo de seny, sus propios compañeros de partido deberían hacerlo dimitir. Que alguien encienda la luz.