Los dirigentes locales del PSOE y también los del PSIB-PSOE coinciden en que Pedro Sánchez se equivocó al convocar las elecciones del 10 de noviembre. Son innecesarias, hay mucho hartazgo y aumentará la abstención.
El escenario ha cambiado tanto que ahora mismo los socialistas no tienen ni garantizados los 123 escaños que obtuvieron el 28 de abril. Todas la encuestas coinciden en que ningún bloque alcanzará la mayoría absoluta, lo que implica que persistirá el bloqueo.
La única combinación de gobierno consistiría hoy en una gran coalición formada por el PP y el PSOE.
Sánchez, a quien nunca se la han dado bien los debates electorales, demasiado cabizbajo y apesadumbrado el lunes, se ha dado cuenta demasiado tarde, pero ya no hay marcha atrás. Sentencia Enric Juliana que "si las bolas de cristal adivinasen el futuro, Pedro Sánchez no habría optado por la repetición de las elecciones generales". Porque el secretario general del PSOE se dejó embriagar por aquellos perfumes de mayo y soñó con un sólido grupo parlamentario en el Congreso formado por hasta 150 diputados. Los deseos no se transforman la mayoría de las veces en realidades y ahora aquellos escaños con los que ilusionó se le escapan como el agua de las manos.
Cierto que está todo por escribir y que los electores decidirán este domingo, cuando los idus de noviembre acechan sobre un prestidigitador de la política que sido hábil y tocado por la suerte de los audaces.
Pero de ir tanto el cántaro a la fuente se acaba rompiendo. El 10-N habrá sorpresas, como advierte Fermín Bocos al afirmar que "lo paradójico de la situación es que el ascenso de Vox en número de escaños beneficia al PSOE. Es pura aritmética parlamentaria.
Si crece tanto como parece, puede que sea Vox quien cierre el paso al sueño monclovita de Pablo Casado".
Naturalmente, también se equivocó -y mucho- Albert Rivera, pero esta es otra historia.