Me doy cuenta de que todos los años deberían ser hermosos en las islas Baleares, simplemente porque marzo ventoso y abril lluvioso, hacen el año florido y hermoso. El viento casi nunca falla por estos lares, y la lluvia siempre termina por caer, incluso cuando peligran más las setas por sequía y el subsuelo se vacía a base de regadíos y otras hierbas. Pero hay quien es más quisquilloso y dice que heladas de enero, nieves de febrero, llovizna de marzo, lluvias de abril, aires de mayo sacan hermoso el año. Ahí ya no podemos competir. Pese a que la nieve cae a veces sobre las montañas de Mallorca -que son les més altes del món- es un fenómeno más bien raro entre nosotros, por lo que tampoco podemos alardear con la conocida frasecita de que año de nieves, año de bienes (como no sea Blancanieves, la de los enanitos) Pero fíjense, burla burlando estamos a las puertas de «otro» año nuevo.
En tiempos, el año nuevo se celebraba en casa. Mi padre se iba a dormir temprano (se conoce que tenía mucho sueño) y mi madre tenía que despertarle con las doce uvas de rigor, que siempre se le atragantaban, porque el reloj de la Puerta del Sol, cuyas campanadas transmitían por radio, suelta un sinfín de carrillones y despista muchísimo. Cuando éramos jovencitos comíamos un bocadillo de carne con salsa en cas General y nos íbamos al baile, pero era desesperante, porque todas las chicas estaban cansadas y todas llevaban a su madre de carabina. Recuerdo nocheviejas desmadradas, como la de París, donde todos los jóvenes se saltaban las vallas del metro, o la de Nápoles, en la plaza del Plebiscito, donde todo el mundo tiraba petardos, a veces gordos y tan ruidosos que sonaban como bombas de mano y ocasionaban muchísimos heridos. En Florencia había que espabilar si uno quería encontrar un restaurante y comer la famosa bistecca Florentina, a menos que adelantaras la hora de la cena, y cuando conseguías comerla y decías molto buona el camarero miraba el plato rebañado y decía si vede. En la India celebraban más de un fin de año: en Bengala el 15 de abril (lo llaman Baishakh), en Kerala también a finales de abril (Vishu), pero el fin de año más extendido es el Diwali, en el mes de noviembre. Nuestro fin de año también se celebra en los hoteles de lujo; ponen estufas en el jardín y tenderetes con muestras de comida de todas las partes del mundo, mientras los indigentes se mueren de hambre en la calle, y algún camarero sonriente pregunta por el fútbol del Barcelona.