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Sa gleva

El reto de ir aflojando

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Es lógico que los niños quieran salir del piso donde llevan confinados desde hace más de un mes, pero no es sólo porque quieran ver la calle, la calle la necesitan por el aire y por el sol, pero lo que ellos en el fondo quieran ver es a sus amiguitos. La amistad infantil suele estar muy arraigada, al fin y al cabo somos los humanos de costumbres gregarias, aunque debo añadir, que para el caso que nos ocupa de niños, algunos lógicamente con menos de cinco añitos, saldrán acompañados de su padre o de su madre, en resumidas cuentas de una persona mayor que para cuando se encuentren los niños también se encontrarán sus acompañantes. Creo que a los niños hay que dejarles que jueguen, mientras los acompañantes pegarán la hebra ¡Uy el mío! Estaba ya que se subía por las paredes ¡Pues anda que estos dos! Me tenían la cabeza loca ¿Oye y su padre? Que pegajoso, que cansino ¿que por qué no llamas a tu madre y que te explique cómo se hace el bollo tan bueno que hace ella? ¡Anda cari porfa! Yo llevo los niños calle abajo calle arriba y tu mientras podías a cercarte al súper a por harina y levadura.

Ojalá que todo salga bien, sería especialmente frustrante que nos sobreviniera una regresión, Dios no lo permita, por más que es un riesgo con el que hay que contar. Nadie sabe a ciencia cierta si estamos en el momento de ir aflojando y cómo puede reaccionar el maldito virus mientras la infancia recupera la infancia durante una hora diaria que bien ganado lo tienen, aunque mi nieto dice que no sale que está el virus por ahí.

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