Oscila el estado de ánimo de las sociedades determinando sus prioridades y perspectivas. O gana la ilusión o gana el miedo. Adivinen dónde estamos… Para ganar elecciones basta con agitar el miedo a la derecha, desenterrar a Franco, controlar medios de comunicación y redes sociales, colocar ingentes cantidades de cargos agradecidos. Puedes decir una cosa en campaña y hacer otra, ser un inepto que arruina el país, burlarte de tus votantes a toro pasado… ETA asesinó a compañeros del partido, pero pactaremos con Bildu, la CUP, ERC, PNV y quien haga falta… el resto son fachas peligrosos. Es verdad que la opinión pública es dúctil y maleable. Y más si la gente vive asustada.
Un experto en modelos matemáticos hablaba de la pandemia. Decía que si el ritmo de contagio es exponencial, ya no hay nada que hacer. Progresión geométrica… calculen e intenten rastrearlo. Aplicado a las opiniones políticas pasa algo parecido. Se intenta llegar a un punto de no retorno donde la mayoría opinante aplaste a la minoría discrepante. Controlar y manipular las mentes solo tiene una vacuna: educación. Pero el proceso lleva tiempo. Puede que me presente voluntario para experimentar con dosis altas de pensamiento crítico. ¿Qué podemos perder? De momento, avanza imparable el virus que ataca la Constitución. Y la Constitución no es un programa electoral. Son las reglas del juego. Si rompemos las reglas, todo vale. Ojalá no tengamos que lamentarlo.