«Los hombres con penes pequeños suelen ser más beligerantes». Lo suelta, como si nada, la concejala de no sé qué en el Ayuntamiento de Palma, Sonia Vivas. Otra de estos cargos públicos y cargas públicas. La edil, me imagino que especializada en Microbiología y Microantropología para poder llevar a cabo su pertinente estudio, se ha cubierto de gloria compartiendo en su cuenta de Twitter un comentario más propio de una tertulia de bar.
No creo que sea prudente ponerme a hablar de mi libro –creo que no te interesa amigo lector, como a mí tampoco me interesa el tamaño de tu libro-, pero sí que me ha hecho especial gracia esta sutil aportación al universo de tontunas que ha llevado a cabo la regidora de Podemos porque es un ejemplo más de aquello de que si nos inventamos una tontería y la decimos lo suficientemente fuerte y suficientes veces, al final alguien pensará que es verdad. Como lo de que la tierra es plana, lo de que la fruta engorda y lo de que el presidente Pedro Sánchez jamás de los jamases, «y si quiere se lo repito cinco veces», va a pactar con Bildu.
Seguirá evolucionando el ser humano y no nos faltarán ni tonterías ni tontos. Justifica Vivas su afirmación con el hecho de que «Se debe a que el mandato patriarcal valora mucho el tamaño de los genitales masculinos y asocia esa medida a la idea de potencia y fortaleza. El que no cumple, suple con violencia su carencia». Fin del tuit.
A ver, compañera, no sé qué te habrán contado por ahí, pero los muchachos que coincidimos, por ejemplo, en un vestuario no nos dedicamos a medirnos la beligerancia, ni hacemos un estudio de mercado, ni organizamos una competición cinta métrica en mano mientras nos tiramos cerveza como si fuésemos vikingos. Y no, no hablamos de esto cuando quedamos «solo tíos».
La naturaleza, la evolución o la autoridad divina de guardia ha hecho que, como en las bibliotecas, el tamaño de los libros sea de lo más variado. Los hay que manejan un cómic, un librito o una enciclopedia. Al final será cierto aquello de que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Personalmente pienso que según qué lectura debe ser, ante todo, incómoda de gestionar. Y de colocar, claro.
Puede que tenga razón Sonia Vivas y haya hombres a los que el tamaño del pito les importe hasta el punto de encabronarlos con el universo. A lo mejor Hitler era un pichacorta. Pero podemos estar orgullosos y orgullosas porque si se cumple semejante aportación científica Nacho Vidal tiene serias opciones de convertirse en el próximo Nobel de la Paz. Es lo que pasa cuando manejas todos los tomos del «Libro gordo de Petete».
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