Una cadena televisiva norteamericana emitió hace poco un programa sobre los españoles. Te sorprendieron algunos datos. Unos eran simples tópicos, inmunes al paso del tiempo, que, como tales, se repetían una vez más. Otros resultaban, sin embargo, novedosos… Así, el documental manifestaba que os sentíais felices, erais forofos de la «Fiesta Nacional» (tú debes ser la excepción), amantes del flamenco (definitivamente eres un bicho raro) y perezosos… Añadía que os pasabais todo el día comiendo paella y que vuestras barrigas eran, generalmente, cerveceras… ¿? El tono del reportaje, cuya ficha técnica o no existía o no se emitió, dudosa, rezumaba ironía y un humor de dudoso gusto. También se señalaba que, inexplicablemente, no os queríais a vosotros mismos ni os valorabais en demasía (en eso estabas/estás plenamente de acuerdo), que carecíais de patriotismo/matriotismo/medio y mitad y que, amén de guarrillos, mentíais compulsivamente… ¡En fin!
En cuanto a lo último, anhelas efectuar algunas puntualizaciones. No te referirás a las mentiras piadosas, esas que, como su propio nombre indica, buscan beneficiar a alguien. O sea: mejor decirle a ese padre y a esa madre que su hijo, recién nacido, es bellísimo, que espetarles la verdad con un «¿Pero, qué habéis hecho, desgraciados?» Pues eso…
Cuentan que los hombres mienten más que las mujeres, aunque estas últimas lo hacen mejor. No sé si tal afirmación es correcta, pero es, al menos, la que sostiene el escritor Fabio Fusaro. ¡Vaya usted a saber! Lo que parece cierto es que las falacias, generalmente, tienen su origen en cuestiones sexuales, políticas o de despilfarro…
Así, cuando se le recrimina a una amante el que mantenga relaciones con un hombre casado (o viceversa), la susodicha suele exclamar un «va a dejar a su esposa» para aliviar conciencia. En puridad la amante debería de haber dicho: «está dejando a su esposa» o, si te permiten la aberración gramatical, «estando dejando a su esposa», ya que el falso propósito asumido, el engaño, colea desde hace décadas. Por no hablar de ese «esto no es lo que parece», vociferado, cuando pillan a uno/una en situación un tanto embarazosa… Pero esas falsedades, ¿son patrimonio exclusivo de esta nuestra Matria o, más bien, de la Humanidad en su conjunto? ¿Creen ustedes que ningún inglés no habrá dicho nunca eso de «this is not what it seems»? Acudes al traductor del omnipoderoso Google… O un italiano («questo non è quello che sembra») O un francés («Ce n'est pas ce qu'íl semble»). Pues eso… ¿Acaso ningún (lamentas repetir el término) portugués o belga o japonés no habrá ido nunca a por tabaco en noche cerrada? ¡Ándele!
«¿Un vestido nuevo? ¡Qué va, cariño! Lo que ocurre es que llevaba meses sin ponérmelo.» Esa frase, ¿es inequívocamente española/e? ¡Ándele, sí! Habría infinidad de ejemplos más y universales. A saber: «No he sido yo»; «fue idea suya»; «a mí que me registren»; «te llamo mañana», «¿por qué habría yo hecho eso?» «solo es una compañera de trabajo»; «tuve un problema con el coche y no tenía como avisarte» (¡con el móvil, chaval, con el móvil!), «no estoy casado», etc.
«Ich bin nicht verheiratet», «è solo una collega»…
Ni todos los españoles comemos diariamente paella, ni todos los españoles disfrutamos con una corrida de toros, ni todos los españoles somos unos guarros (a no ser ese vecino de enfrente), ni todos los españoles amamos el flamenco, ni… Ni tenemos la exclusividad en el dudoso arte de mentir, en el que, por cierto, debería producirse cierta renovación, por lo menos en las excusas a utilizar…
¿A qué obedece, pues, esa malévola acusación televisiva? ¿A un complot judeo-masónico? ¿O se referirá la cadena americana, exclusivamente, a las mentiras políticas? Reflexionas. En este último caso, tal vez el canal televisivo haya confundido la Presidencia del Gobierno con el paisanaje. Porque si es así, si esa confusión se ha dado, aciertan y de lleno. Porque si es así, efectivamente, somos los seres más mentirosos del mundo mundial…