Un mal día lo puede tener cualquiera, ¿a que sí? Se te puede caer el café, puedes darle un golpe al coche, llegar tarde al trabajo o pisar una caca de perro de esas que te llega hasta el tobillo y fresca y acabada de hacer que incluso te sube unos grados la temperatura corporal. Esos escenarios, entre otros, son sinónimo de tener un mal día. Otra definición de «mal día» la tuvo Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, el lunes cuando saltó por los aires Instagram y Whatsapp paralizando el mundo. El muchacho perdió 6.000 millones de euros. ¿Te imaginas?
Si te soy sincero, y suelo serlo, soy bastante despistado. Entre los méritos que justifican tal afirmación está el haberme dejado las llaves dentro de casa, haber perdido la cartera, los auriculares de la música o el teléfono, e incluso ver cómo me volaba un billete de mil pelas de las manos una tarde de tramontana. En todos esos casos el común denominador es la cara de tontorrón que se me queda cuando, instantes antes de cabrearme, me doy cuenta del despiste. Luego la ira se encarga de que vocifere, gesticule y, por último, asuma mi despiste y mi tontuna. Cada vez me pasa menos, eso sí.
Llevo un rato intentándome imaginar como de mierda tiene que ser tu día cuando pierdes 6.000 millones de euros y lo que es más difícil, cómo te recuperas de un mazazo así. Entonces, esa mancha de café en la camisa, esa caquita pisada y ese golpe al coche quedan en menos que nada porque con una pequeña parte de esos 6.000 millones podrías comprar otra camiseta, o toda una tienda, y otro café, o toda una plantación, otro coche, o todo el concesionario, y podrías inventar algo que recogiera las cacas de los perros, o directamente que aniquile a los cerdos que no las recogen.
Perder 6.000 millones de euros, una cantidad que resulta imposible de imaginar sobre una mesa, duele solo de pensarlo. Ya te digo, yo perdí mil pesetas y ya se me trastocó el mundo porque con ellas se iba mi entrada para el cine, mi correspondientes palomitas y chucherías, mi cena y algo más para lo que alcanzaba el presupuesto. Con los precios de hoy en día, sé que con 6.000 millones también te da para ir al cine, pero no puedes sumarle las palomitas ni las golosinas, aunque seguro que algún agujero tapas. Bueno, en realidad te da para comprar una granja de agujeros y taparlos. Muchas veces.
No pasa nada, Mark, yo no voy a ganar en la vida 6.000 millones de euros, lo que me da la tranquilidad de que tampoco los voy a perder, te lo aseguro, pero vivo igual de contento. Es verdad que el dinero no da la felicidad, pero te permite comprar un yate y he visto poca gente triste paseando en yate. Aunque también pisen cacas de perro.
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