El coronel Pedro Baños informa en el Congreso de los Diputados sobre desinformación, esa guerra en la que estamos inmersos sin saberlo, en una ponencia que merece nuestra atención si no queremos ir de pardillos por la vida. El planeta se sigue calentando, al igual que los ánimos de la gente. Las cumbres de líderes mundiales, sean sobre clima, economía o armamento, crean expectativas difíciles de cumplir, ya que todos sabemos que nadie quiere hacer sacrificios ni que le hablen de recortes. Reciben más apoyo los que prometen, gastan, reparten y viven a crédito, a cuenta del dinero público. Ya pagará el que venga. Nos aferramos al aquí y ahora, a la poltrona y a todo lo que se mueva. Aferrarse es humano, pero el desprendimiento y pensar en los demás, a largo plazo, nos acercan a la felicidad duradera.
Estamos inmersos en la era de la comodidad, la amnesia y la anestesia. Propaganda e ideologías invisibles nos manipulan a su antojo, fabricando enemigos para cohesionarnos contra algo (alguien) que debemos odiar y combatir. Se hacen imposibles los consensos. Se actúa desde el interior y el exterior del país sin que nos percatemos de ello. Sigan el rastro del dinero y las subvenciones. El exceso de información obnubila la mente. Y expertos en camuflaje hacen que lo blanco parezca negro, lo autoritario democrático, la corrupción llevadera. Hay unos cuantos influencers, pero somos muchos más los influenciables.