Este mes ha tenido lugar la cumbre de clima COP26 en Glasgow, en un año en el que hemos tenido multitud de eventos meteorológicos extremos que nos indican lo avanzados que ya vamos en el cambio climático. Estos sucesos han hecho que la concienciación de los ciudadanos y especialmente los jóvenes sea más alta que nunca.
Participaron 120 líderes mundiales con delegaciones que eran numerosas, como la del Brasil con 479 delegados y la de Estados Unidos con 165. La llegada de los participantes ya nos dio una medida de su nivel de concienciación. Llegaron en unos 400 aviones privados, lo que causó una producción CO2 en Escocia equivalente a lo que producen 1000 escoceses durante todo el año.
Las acciones nos dan más entendimiento de las personas que sus palabras y en este caso ha sido bastante claro. Es como el caso de Casado nombrando a Enrique Arnaldo al TC, eso nos dice más que cualquiera de sus explicaciones sobre el cambio de comportamiento de los altos cargos del PP.
El encuentro en Glasgow empezó con los habituales grandes discursos sobre la necesidad de tomar medidas pronto y efectivas para parar el cambio climático. Es lo que la activista Greta Thunberg calificó de «bla, bla, bla». Posiblemente el discurso más significativo fue el del ministro de asuntos exteriores de Tuvalu, Simon Kofe, que había grabado anteriormente en su país. Simon Kofe dio su discurso con el agua del mar hasta sus rodillas. Tuvalu, un país formado por nueve islas en el Pacifico, está a unas seis pulgadas sobre el nivel del mar y el mar sube 0.2 pulgadas por año. El país puede desaparecer debajo del mar en unas décadas. Su situación es dramática.
Después de los discursos se empezó la negociación sobre un acuerdo de medidas a tomar y aquí se paró el proceso. La cumbre tuvo que prolongarse para poder llegar a ese acuerdo mucho más débil de lo que hubiera sido deseable. Los puntos más difíciles fueron el de cortar los combustibles fósiles y la necesidad de dar ayudas económicas a los países del tercer mundo para poder copar con la situación.
Aunque en la primera versión del acuerdo se hablaba de eliminar los combustibles fósiles en menos de cinco años, al final se cambió la palabra eliminar por la de reducir, lo que no quiere decir mucho. Uno de los grupos que trabaja a favor de tomar medidas efectivas, el grupo Global Witness, determinó que había 503 personas ligadas a compañías the producción de combustibles fósiles entre los participantes en la reunión. Por tanto los políticos que participaban estaban bien vigilados por compañías que financian sus campañas. Lo que iba a ser un punto clave en las decisiones de esta cumbre fue eliminado.
La otra dificultad en las discusiones ha sido lo de las ayudas a países pobres. Los causantes del cambio climático han sido los países ricos, en Paris se llegó a un acuerdo de subvencionar a los países pobres para que estos pudieran tomar medidas contra el cambio, pero estas ayudas no se han cumplido. Tampoco ha habido acuerdos claros de cuanto y cuando se facilitarán esas ayudas.
Finalmente, pocos han sido los puntos positivos del acuerdo final. Si se ha llegado a un acuerdo en reducir el 45% de las emisiones para el año 2030. Ademas se ha incluido el metano como un gas a controlar, cosa que antes no se había hecho. Sigue el objetivo de limitar la subida de la temperatura en este siglo por debajo de 1,5 grados, pero las presentes predicciones sigue siendo que la subida será de 2.4 grados.
Glasgow se llenó de activistas del clima durante todos los días de la cumbre que se manifestaron e hicieron declaraciones públicas todo el tiempo. Se ve en ello ese aumento de la concienciación de la que hablaba antes y esto es muy positivo, pero los resultados de la cumbre fueron algo decepcionantes.
Es obvio que habrá que seguir luchando. Nos esperan más catástrofes meteorológicas debido al cambio de clima. ¿Cuantas más serán necesarias para que los políticos se comprometan?