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El peligro de que el virus mute

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Apenas por radio y televisión nos hicieron saber lo de «alto riesgo» de la variante del coronavirus ómicron, detectado en Sudáfrica, se desataron todos los miedos, un pánico sumamente exacerbado, ayudando a ello los ministros de Sanidad del grupo de los 7 países más ricos bajo presidencia británica, que avisaron de «la amenaza de una nueva y altamente transmisible variante de la covid-19, que exige, dijeron «una acción urgente». Por si todo eso fuera poca cosa, la OMS, advirtió en un documento técnico, de que el riesgo global por la ómicron, se evaluaba como muy alto, o sea, que puestos a potenciar el «canguelo», nos acabaron de acollonar. Sin embargo, como ya tengo dicho en otras ocasiones sobre la comunidad científica, según a mí se me figura, y no creo equivocarme mucho, diciendo que sobre la covid-19 y sus variantes es mucho más lo que se ignora que lo que se sabe, si no, no se explica el hecho de ser tan dubitativo.    Ahora por ejemplo, después que los ministros del grupo de los 7 y la OMS han evaluado «el riesgo como muy alto», va acto seguido la comunidad científica y dice que no tiene certeza de que esta versión del virus sea más transmisible y que escape incluso a las vacuna. No obstante, se ha desatado prácticamente en medio mundo un pánico colectivo. Es cierto porque sin querer coadyuvamos a ello que la variante ha sido ya detectada en Reino Unido, Países Bajos, Portugal, Bélgica y Alemania, y eso hasta la fecha, lo que nos es exagerado decir que dentro de unos días ya se habrá extendido por todo el mundo. En España ya se conocen casos en Barcelona, Madrid y Baleares (téngase presente que este artículo lo escribo por lo menos una semana antes de su publicación).

En otro momento, ya dejamos dicho que lo que más nos preocupaba de la pandemia que hace ya más de dos años que arrastramos, es la capacidad que tienen algunos virus de mutar, y lo que sí da verdadero miedo, es que un mal día en mala hora, le dé por mutar a lo bestia haciendo poco menos que inútiles a cualquiera de las vacunas conocidas.    Nadie tiene la certeza de poder asegurar que eso no pasará nunca.

Por otra parte, se entiende mal que en menos de un año, tuviéramos ya vacunas hasta para elegir, sin embargo para el sida aún no existe ninguna vacuna.    No hay que echar a barato lo del sida, porque ya nos ha costado 40 millones de muertos. Me parece completamente desacertado que esté incluso proliferando el criterio de no vacunarse, el daño que esta postura está causando es inenarrable. Tampoco me parece una política    muy acertada el que en algunos países, como por ejemplo España, estén poniendo ya hasta el tercer pinchazo, mientras que en la mayoría de países africanos, muchos no llevan ni un y la mayoría están en el primero. Así no acabaremos con la covid-19 y sus mutantes en la puñetera vida.   

Aparte de esa insolidaridad, somos como gato encerrado en una jaula, que apenas ve la oportunidad sale zumbando. Aquí apenas vislumbramos la oportunidad de hacer un botellón, una fiesta multitudinaria, tomar copas y más copas, no nos lo pensamos ni un segundo.    Comprendo que a la juventud todo eso le resulte más atractivo que quedare en casa; me dirán que para eso son jóvenes, pero ya se debería tener edad para medir el alto precio que nos puede costar. No hay más que ir a la planta de un hospital donde estén los contaminados por la covid-19 y ver a la gente boca abajo, auxiliados para poder respirar por una máquina y 5 o 6 personas para poder darle la vuelta al enfermo, saber que sus pulmones le pueden pasar una factura dolorosa el tiempo que les quede de vida. Creo que es motivo para pensárselo dos veces, y fíjense, que no hablo para nada de las miles de personas que ya han muerto, hablo solo de las gravísimas consecuencias de una noche imprudente, de una aglomeración perfectamente evitable. Me refiero a un virus y sus mutantes que han venido para ocasionar daños irreparables, no seamos imprudentemente confiados, mientras el virus viejo y el virus nuevo no den ninguna señal de estar remitiendo, por el contrario, ahí está un recién llegado del que aún no sabemos casi nada sobre él.

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