Cuando antes la gente quería creer en cosas extrañas se conformaba con convencerse de la influencia del Zodiaco sobre nuestras vidas o con dar por buenas supersticiones como tocar madera para esquivar la mala suerte. Esto ha cambiado y en nuestros días se buscan creencias tan delirantes que lo incomprensible es que alguien pueda tragárselas.
La palma de oro a ese metamundo de las ideas locas se la lleva seguramente la teoría de conspiración de los seguidores de QAnon. La idea general de la trama (y copio de Wikipedia) es que hay actores progresistas de Hollywood, políticos del Partido Demócrata y funcionarios de alto rango que participan en una red internacional de tráfico sexual de niños y realizan actos pedófilos y que Trump en su etapa presidencial, les investigaba y perseguía para prevenir un supuesto golpe de Estado orquestado por Barack Obama, Hillary Clinton y George Soros. La victoria de Biden no sería más que la confirmación de esta conjura paranoica
Entre los seguidores de QAnon figura Marjorie Taylor Greene, la congresista norteamericana que tuvo recientemente su minuto de gloria después de acusar a la líder del Congreso de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, de instaurar una «policía gazpacho», confundiendo el delicioso plato andaluz con la Gestapo nazi.
Para decirlo con siglas, como en un reciente artículo de Pau Faner, divertido como todos los suyos, ELEE. Es decir, están locos estos estadounidenses.