Tengo por ahí un par de apuntes recortados, uno asegura que los gatos siempre caen de pie, otro que los políticos viven un promedio de siete años más que el resto de la población. Parece que ninguna de las dos afirmaciones es cierta. Es lo malo de afirmar cosas: nunca digas de esta agua no beberé etc. Tenemos el caso, todavía muy doloroso, de un político de primer orden como Joan F López Casasnovas, recientemente fallecido. Está muy claro que le han robado los siete años de propina que le tocaban. Tal vez sea un castigo por dedicarse también a las letras. Sé que estas cosas no cuentan, pero a Shinzo Abe lo han matado a los sesenta años. Otros políticos de sesenta años son Angela Merkel, Mariano Rajoy, François Hollande o Jean-Claude Juncker. Vladimir Putin tiene sesentaidós. Le habría hecho más viejo. Está hinchado, no sé exactamente de qué. En cambio Barack Obama solo tiene cincuentaitrés años, y Nicolás Maduro cincuentaidós. Tampoco son tan viejos. Si echamos a algunos los siete años de propina que se aseguran a los políticos por su modus vivendi, creo que a alguno le va a dar tiempo de dar al traste con la humanidad. Ah, sí, me olvidaba del gran Joe Biden, «Pepe Invitado», según una posible traducción. Tiene 79 años. Ahora que he leído también otra noticia que afirma que un fármaco llamado senolítico podría aumentar la esperanza de vida humana hasta los 200 años. 209 para Biden. Ya creo que ni le verían los ojillos cuando sonriera, ni podría pegarse las carrerillas en público para dar fe de su vitalidad que a veces se gasta, porque todo se le caería a pedazos. Pero ahí estaría, al frente de la nación más poderosa del mundo, con permiso de sus rivales.
No sé si los políticos caen siempre de pie como los gatos. Habría que hacer el experimento. Pero si yo fuera Biden no me arriesgaría a que me tiraran ni de un entresuelo. Que es lo que les ocurre a los gatos, que son capaces de darse la vuelta al aire incluso desde una distancia muy corta. Sin embargo, si caen desde pisos bajos, un segundo o un tercero, no les da tiempo a sobreponerse al susto y no saben reaccionar a tiempo. Entonces se rompen la cadera, donde nosotros nos romperíamos la crisma. (Es decir, la cabeza). No creo que el fármaco senolítico, el de los 200 años de pervivencia, esté garantizado contra caídas, de modo que si alguien llega a vivir todos esos años habrá perdido muchos amigos y familiares, como mínimo en accidentes, ¿y ustedes se figuran lo que son doscientos años de soledad?