La vida es la hostia. En el sentido más amplio de la palabra y con más connotaciones positivas que negativas. Estreno los 37 años con el mejor humor posible y feliz con todo lo que tengo y todo lo que me rodea. Te sonará vomitivo y empalagoso, amigo lector, pero ante ti tienes a una persona feliz, un individuo que, como tú, tiene sus dolores de cabeza pero que respira profundamente y sonríe porque está exactamente donde quería estar.
Si ahora mismo tuviese que soplar las velas no pediría nada, tengo la lista de deseos cubierta y una mentalidad que me invita a resolver los sueños que pueda tener con trabajo, con constancia y con entrega, por si las velas fallan. Llevo toda la vida pensando que si quiero algo depende infinitamente más de mí y de las ganas que tengo de conseguirlo, que de las estrellas, los horóscopos, las constelaciones, de mi chakra o las fases de la luna.
Si te soy sincero tengo todo lo que quiero y me sobran muchas más cosas de las que necesito. Jamás me habría imaginado que en el capítulo 37 de mi vida me encontraría a mí mismo con esta versión de la vida, con los giros argumentales que he vivido y con una lista de países visitados muchísimo más amplia que los que me quedan por visitar.
Está claro que la vida no es fácil ni nos lo pone fácil. Que hay una serie de momentos que nos tocan vivir y que son inevitables en los que hay que echarle valor y gestionarlos de la mejor manera. En mi opinión, no para que se queden atrás en el olvido sino para que aprendas a seguir haciendo tu camino cargando con ello.
También te digo una cosa. La vida está para disfrutarla porque en muchas ocasiones somos nosotros mismos los que nos la complicamos de una forma absurda perdiendo la perspectiva de lo que de verdad importa. Perdemos mucho más tiempo en tonterías del que invertimos en ilusiones y así nos va que a ratos nos parece que la vida va ‘regulinchi', que todo está teñido de un tono gris oscuro o que le faltan tonos alegres.
Pero la vida está para vivirla. Con sus consecuencias. Es un regalo dentro de otro regalo, y si no, compara cómo vivimos nosotros con cualquiera que esté mucho más jodido. O jodida. Disfruta. Ponle ilusión. No te despistes. Que lo peor que tiene la vida es lo rápido que pasa, lo poco conscientes que somos y lo tarde que nos damos cuenta de las cosas que verdaderamente importan. Y vive, joder, vive que el espectáculo es maravilloso.