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Con derecho a réplica

Diosa cerveza

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¿Cómo están, queridos lectores? Espero que hayan empezado el verano de la mejor manera posible. Les confieso que yo llevo fatal el calor, no sé si será por la andropausia, por los kilos de más, o porque el cambio climático ha convertido al Mediterráneo en una sauna, pero no soy amante de las altas temperaturas. No me cae muy bien esa gente que está en sus casas con el aire acondicionado a dieciocho grados y dicen aquello de: «me encanta el verano».

Para que quede claro, me gusta meter el culo en el mar de vez en cuando, disfruto de las cenas al aire libre, las jarras de cerveza entran mejor que nunca con el calorcito, y es necesario que los negocios de nuestra Menorca se muevan y la gente haga dineritos con los que vivir dignamente. No soy una especie de Grinch del verano, de hecho reservo todas mis dosis de desprecio profundo para los crueles neoliberales y sus amiguitos los neofascistas. Ya, sé que me repito como el ajo, pero vamos a flipar (casi) todos cuando estos energúmenos desplieguen todo su potencial, porque nosotros podemos pasar de ellos todo lo que queramos, pero ellos no pasan de nosotros, están obsesionados con jodernos la vida y millones de conciudadanos les están dando el poder que necesitan para que así sea. Y este es un hecho tan irrefutable como que echarle Casera a la cerveza es un pecado mortal, o como que a todos los reyes les falta un hervor.

Le rezo todos los días al dios del lúpulo y a sus apóstoles de la cebada malteada para que todo el mundo tenga la mejores relaciones sexuales posibles, para que todo el mundo duerma bien, abrazadito a Morfeo sin necesidad de Alprazolam, para que todos y todas caguemos con regularidad y para que nadie se quede sin una deliciosa comida al día, porque estoy convencido de que si todo esto se cumple habrá muchas más personas relajadas y se les quitarán las ganas de andar arruinándole la vida a los demás. ¡Oh diosa cerveza!, alabada sea tu corona de espuma, tráenos paz, sosiego y unos buenos aperitivos a la mesa. A vosotras me dirijo poderosa IPA, refrescante lager, valerosa pale ale para que, cual diosas de un Olimpo que se ha hecho imprescindible, traigáis la quietud necesaria para guiar nuestras vidas en unos tiempos que son regulares tirando a chungos.

Ahora bien, no todo va a ser dejarnos caer en manos de los dioses, para eso ya existen los radicales fieles de las religiones monoteístas. Tranquilos todos y todas, que no vamos a dar consejos al estilo de la mierdosa psicología positiva y todos sus lacayos en forma de coaches y gurús de la felicidad. Cuánto daño hace esa industria de la felicidad, que por cierto nació inspirada en los conceptos de la escuela de Chicago en los años cincuenta del siglo pasado, mismo origen que los puñeteros capitalistas salvajes neoliberales, vaya coincidencia, ¿verdad? Los tiburones de las finanzas de la manita de los libros de autoayuda y todo el comercio «Míster Wonderful» se lo han montado de lujo.

Deseo más filosofía punky y menos trap. Deseo más silencio y menos ruido. Deseo más calma y menos velocidad. Deseo más reflexión y menos consumo. Deseo más lectura y menos algoritmo. Deseo más humor y menos censura. Deseo más bares de toda la vida y menos gastrobares de postureo. Deseo más encurtidos y menos patatas fritas de bolsa para acompañar las cervezas, sientan mucho mejor. Pero no son más que deseos, algunos se cumplirán y otros me los tragaré, eso sí, siempre acompañado de amigos y de una buena cerveza. Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com   

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