Hay que ver cómo cambian las cosas… Un simple beso ha sido el detonante para que Rubiales –que ya se lo había ganado a pulso-- se haya visto forzado a dimitir. Cinco centímetros, que es la distancia que separa la mejilla de la boca. Desde luego, en mis tiempos no se podía besar a una mujer ni desde la distancia, lanzándole al vuelo un beso imaginario con los dedos. Recuerdo que una vez un chico paseaba con su novia al atardecer y vio una pareja besándose. Empezó a gritar: «Ya sé de dónde eres, lo he visto todo». Entonces uno tenía novia, suegra y familia, quiero decir que entre el novio y la novia se sentaba la suegra, y luego toda la familia compartía la salita de estar, escuchando la radio, mientras los tortolitos se miraban a hurtadillas. Supongo que los jóvenes de ahora pensarán que exagero. No exagero ni un ápice. En aquellos tiempos se dio el caso de que alguna recién casada fuera «devuelta» a sus padres, porque estaba «usada».
Cuando Joan T., uno de mis personajes, se casó, el cura le dijo: «Hasta la muerte». Y él dijo: «¿Tanto tiempo?». Quería una rebaja y le dijeron que no se acostumbraba. Entonces, en la Playa Grande, había una sección para hombres y otra para mujeres, y un policía que vigilaba que se cumpliera la moralidad. Cuando llegaron los bikinis el policía le dijo a una extranjera que tenía que llevar el traje de baño de una sola pieza, y ella le contestó que cuál quería que se quitara. No debió de pensar que su respuesta era pionera, porque con el tiempo llegó el topless. Entonces nos reuníamos con los amigos sobre el tejado de la caseta de baños, que era plano, de hormigón. Uno de ellos profetizó: «Yo ya tengo ideado el atuendo de baño del futuro: zapatillas, gafas de sol y sombrero». Sin saberlo, había inventado el triquini. Seguramente tuvo que confesarse de su «absurda» idea, porque entonces los compañeros de Santo Domingo Savio se condenaban en el infierno por morir una noche en pecado mortal, y un triquini tenía que ser mortal de necesidad.
Leo que «si los hombres pueden enseñar el torso, las mujeres también». El diccionario dice: «Torso, tronco del cuerpo humano». «Tronco: cuerpo humano, prescindiendo de la cabeza y las extremidades». Sería más fácil decir: «Enseñar las tetas», puesto que la cabeza y las extremidades se pueden enseñar libremente. Recordemos que en algunos países las mujeres deben cubrirse el rostro, mientras que en algunas tribus africanas hombres y mujeres suelen usar el traje de Adán y el de Eva.