La agrupación de las áereas de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes en un solo departamento, al frente del cual ha colocado a su más fiel escudero, Félix Bolaños, da cuenta de la orientación que va a imponer Pedro Sánchez a la acción del Gobierno durante la legislatura. El cóctel competencial de Bolaños me recuerda al oxímoron que supuso aunar en Juan Alberto Belloch un Ministerio de Justicia e Interior; un milagro que obró Felipe González. De lo que no me cabe ya ninguna duda es que Sánchez es un político agradecido, en especial con sus perros de presa, aquellos que son capaces de hacer el trabajo sucio cuando se trata de defender los postulados de su jefe; tenga o no tenga razón. Como ya se adelantó la pasada semana en esta misma columna, Óscar Puente es otro de los beneficiado de las dádivas presidenciales.
En su afan de defender a cualquier precio su continuidad en el poder, Pedro Sánchez se dispone a dar forma a un nuevo relato en el que él aparece como auténtico domador del independentismo catalán ahora, mañana será el vasco, cuyo método principal no es otro que saciar la fiera hasta que ésta quede adormilada por los efectos de la digestión. Mucho me equivoco o, al menos de momento, no son pocos los que le compran la estrategia; en las filas del progresismo político y mediático apenas hay fisuras. Un bloque. Fe ciega en el mahatma.
El ascenso de la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, a la vicepresidencia cuarta del Gobierno es otro, junto con Bolaños, de los diques que se ha puesto Sánchez para defender la legislatura. Esa dama, que parece que se va a arrancar por bulerías cuando aplaude, tiene la compleja misión de llenar la despensa del independentismo, vía Generalitat catalana o Lehendakaritza. Me da que se tendrá que recurrir a la milagrosa multiplicación de panes y peces o se avecinan ajustes tributarios; vamos, más impuestos. La señora, otra mentirosa de tomo y lomo en todo el asunto de la amnistía, será la que tendrá que lidiar con las autonomías a la hora de repartirse el pedazo cada vez más pequeño que queda de recursos estatales.
Conviene armarse de paciencia y contención, me huelo que todavía queda mucho por ver. Sánchez sabe que los cabestros fascistoides que se van a rezar el rosario a la calle madrileña de Ferraz y a quemar contenedores acabarán cansándose y se marcharán; entonces será cuando empezará el verdadero espectáculo.
Balears, en la cola
La presidenta del Govern, Marga Prohens, debería ser más humilde con respecto a sus posibilidades frente al Gobierno central. Muchos de los grandes beneficios logrados en las Islas se han debido a la presión de Coalición Canaria, una formación regionalista que ha presionado históricamente tanto al PP como al PSOE a la hora de obtener importantes beneficios para los ciudadanos de su comunidad; estrategia que por afinidad también ha repercutido en Balears. El discurso de ‘Madrid me mata' siempre ha tenido su público -Gabriel Cañellas lo utilizó con éxito-, pero me da que en los tiempos actuales ha perdido efectividad; los ciudadanos exigen más y mejores servicios públicos. Siempre los pagan ellos.