Paseando por Amazon, ese infinito centro comercial diseñado por Borges, descubrí que en dos de mis novelas mi apellido estaba mal escrito. En lugar de ‘Cánaves’, habían puesto ‘Canavez’. La invisibilidad es tozuda, pensé. Uno quiere asomar la cabeza y una zeta impertinente y la ausencia de una tilde se interponen en su camino. También descubrí que «Los artistas», ese librito mío publicado en 2011, estaba en formato digital. ¡Y yo sin enterarme! Me hice con él por 3,79 euros y empecé a leerlo. Era como leer por primera vez a un autor desconocido. Sin darme cuenta, leí más de la mitad del tirón. Ese librito tiene encanto. Ya sé que está feo que lo diga yo, pero a veces viene bien decirse cosas bonitas. La autoflagelación, para otro momento. Es tiempo de regalos y comidas familiares, ¿no? La autoflagelación y la invisibilidad son tozudas, lo sé por experiencia, pero estos días no van a encontrarme. Si es preciso, me esconderé detrás de una zeta impertinente y la ausencia de una tilde. ¡Felices Fiestas!
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