Que la Inteligencia Artificial ha invadido nuestras vidas es algo que se palpa en el ambiente. Si no, cómo es posible que el eurodiputado Hermann Tertsch sea de carne y hueso y siempre tenga aspecto dipsómano ofreciendo enfervorecidos discursos con el patinar de su lengua. Sus siempre manidas palabras en forma de golpe de estado mientras la voz le hace eses, fueron replicadas oportunamente por una eurodiputada portuguesa, Marisa Matías, que le agradeció su negacionismo ambiental por burlas de los pellets y que ofreciera «una demostración tan clara de desprecio por las personas y su sufrimiento». Es harto complicado que te cataloguen siempre ir con unas copas de más, pero a la Eurodiputada le hubiera venido bien aproximarse y tratar de tocar a Tertsch para comprobar si es de verdad real. Tal vez su mano hubiera traspasado aquella imagen entre cómica, grandilocuente y ebria.
Pero Hermann no es el único que puede haber sido construido por medio de la IA. Ahora que se cumplen diez años de la creación de Podemos estoy convencido que Pablo Iglesias también es un producto de dicha inteligencia. El tipo se retira de la vida política y aún así parece que está en todas partes, que todo lo que el partido hace, por ejemplo desvincularse de Sumar es obra y gracia de Iglesias, que muy católico no debe ser, pero da la impresión de que ha ido construyendo una nueva iglesia, no repleta de feligreses, pero cuyos fieles lo encumbran a lo más alto. Y no sólo eso sino que los medios de comunicación siguen alumbrándolo como el conspirador más grande de nuestra querida España. ¿Es posible que una persona pueda generar tanta controversia y pasión siendo real? ¿O también habría que acercarse y tratar de darle un cachete en el hombro?
De todos modos, qué mejor ejemplo de IA que la Ayuso y su mirada y sonrisa robóticas. Dando buena prueba que sin pegar palo al agua llega a todas partes porque se trata de una imagen creada por millones de algoritmos.