Hace unos días (semana santa), hemos leído que el gobierno español, el pasado mes de abril, ofrecía la Estación Naval de Mahón a la Alianza Atlántica con autorización diplomática permanente (estamos en el terreno de las posibilidades). Su misión parece que sería la disuasión y protección frente a los ataques terroristas de manera que «sin comerlo ni beberlo» podemos pasar a formar parte de la Forward Logistic Sites (FLS) también conocidos como lugares de logística avanzada; lo que dicho con menos pomposidad significa que el puerto mahonés se puede convertir en puerto para la flota de la OTAN. El monto económico en ese sentido de la participación española en la OTAN alcanzó el año pasado los 204 millones de euros. Eso sí forma parte de un hecho consumado pero nada se dice de lo que supone desde el punto de vista del peligro que puede generar que la Estación Naval de Mahón forme parte de la OTAN. Tenemos el espejo donde mirar de las guerras, primero de Ucrania y más tarde de Gaza. Hace un par de días, su santidad el papa Francisco alertaba sobre la posibilidad de una guerra europea. Algunos gobiernos promulgan directrices en el sentido de estar preparados ante la amenaza de un conflicto bélico.
El gobierno del señor Scholz reforma el ejército para que esté preparado para la guerra. Dentro de esa atmósfera bélica y prebélica cedemos la Estación Naval de Mahón después de haber cedido ya Rota (Cádiz), Cartagena (Murcia). Desde la playa Costa Ballena, donde acostumbro a ir con María cuando estoy en Sanlúcar de Barrameda, he podido ver el imponente trasiego por aire y por mar que hay en esa base. Menorca carece de aeropuerto militar para los aviones de la OTAN. Por el contrario, tiene el mejor puerto natural del Mediterráneo. En el futuro podrá ser usado por buques de guerra de la OTAN. A los terroristas también les habrá llegado noticia de la nueva Estación Naval que puede pasar a formar parte de territorio OTAN sin pedir (supongo) ningún permiso a los menorquines. Desde la utopía eso es un peligro añadido. Los atentados a los trenes de Madrid también eran una utopía hasta que una mala mañana del 11 de marzo de 2004 se convirtió en una amarga realidad. Ignoro en qué beneficia a los menorquines la cesión de la Estación Naval de Mahón pero no puedo ignorar los estragos sufridos por la acción del terrorismo hasta los más impensados lugares.
Ignoro cómo funciona la intendencia de la OTAN. Sé cómo funcionaban en ese sentido los americanos en la base de Torrejón, incluso el agua la traían en avión, incluido también el papel de váter. Pregunté a un tendero de Chipiona y otro de Cádiz, si notaban un mayor incremento de ventas por las miles de personas foráneas que ahora viven en Rota. ¡Qué va, qué va!, lo traen todo de fuera; aquí no compran nada. (Oído, navegantes). Por otro lado, yo que tengo de años la costumbre de preocuparme por saber las idas y venidas políticas, confieso que lo de ceder la Estación Naval de Mahón me ha cogido «con pantalones por poner». Seguramente, como otras tantas cosas donde mete la mano la política, esta podría ser una de ellas con la perversa costumbre de hacer las cosas que atañen al pueblo a cencerros tapados1. Quizá porque hacen uso y abuso de esa sabiduría popular de que en boca cerrada no entran moscas. ¿Qué dicen los demás partidos?, ¿en función de qué se piensa ceder la Estación naval a la OTAN?, ¿de qué amenaza bélica nos protege?, ¿se trata de una cesión renovable?, ¿por cuánto tiempo? Las obras de mantenimiento o mejoras ¿quién las pagará? Porque mejoras las va a haber seguro. ¿Por qué no se plantea esta cuestión en el Parlamento?
1 Un cencerro tiene como finalidad la de hacer ruido con su pequeño badajo para poder localizar dónde está el ganado que lo lleva. Los cencerros tapados no emiten ninguna voz o lo que es lo mismo, es como negociar a espaldas de los votantes. De ahí la frase.