Es una apuesta estratégica de calado. Que el PP de Balears –que gobierna en todas las instituciones autononómicas de las Islas, además de en ayuntamientos de tanta proyección como Palma– hable de poner límites al turismo y se abra a debatir de cuestiones como la masificación y cómo afrontarla supone, cuando menos, dos reconocimientos: uno, que el problema existe. Y dos, que asume que sus políticas no deben ser parte del problema sino de la solución.
Y lo que es más importante: que las declaraciones en este sentido de la presidenta balear, Marga Prohens, y otros cargos ‘populares', evitan que cualquier movilización en la calle sitúen al Govern en la diana. En el caso de la lengua y de la educación, quienes se movilizaron hace unos días convocados por la Obra Cultural Balear (OCB) sabían, igual que hace años con la protestas de las camisetas verdes en contra del TIL, que el destinatario de sus críticas era el PP.
Con la propuesta lanzada desde el Govern de abrir una mesa sobre «el pacto político y social por la sostenibilidad económica y ambiental de Balears» y encargar una macroencuesta sobre la percepción que tiene la población residente sobre el turismo (eso que empezó llamándose «la industria de los forasteros» y que ahora es el motor económico de las Islas) se evita que la izquierda recoja esa bandera y que –y eso no es algo menor– obliga a la propia izquierda reflexione sobre los pasos que ha dado en el pasado. La izquierda ha gobernado Balears durante 16 de los 41 años que han pasado desde que se aprobó el Estatut d'Autonomia.
La historia de Balears, claro, no empezó con la aprobación del Estatut. Es muy interesante la etapa preutonómica y el protagonismo que tuvo la cuestión ambiental y la defensa territorial. Si algo ha movilizado a la sociedad civil en Balears es el territorio y la defensa del medio ambiente. Ahí está el GOB y su historia. Todavía hay cierto resentimiento de la izquierda con el GOB porque, en vísperas de las elecciones de 2003 (ya han pasado más de 20 años), colocó frente al Consolat de Mar un muro con el lema ‘pacte de regrés' en contra de las políticas de ese Govern, el primero que había aprobado, en contra de la opinión del sector hotelero y del PP, una ecotasa. El PP la derogó y hubo que esperar a otro gobierno de izquierdas para retomarla, con algunas variaciones sobre la versión inicial. El PP de hoy ya no se plantea derogarla, como tampoco se plantea en estos momentos derogar la moratoria turística del último ejecutivo de Armengol. Es una buena jugada estratégica. Queda por ver cuáles serán los límites del PP.