En Menorca hay 472 médicos colegiados y de estos, 48 habrán cumplido la edad de jubilación, 65 años, en un lustro. Aproximadamente un 10 por ciento podrá decidir dentro de cinco años si continúa ejerciendo hasta los 70 o si se retira. La falta de profesionales es grave y será aún peor con el retiro progresivo de los más mayores. Mientras los gestores sanitarios se lamentan por las dificultades de contratar facultativos, los jóvenes titulados españoles se fugan a otros países en los que no solo cobran más sino que también tienen mejores condiciones laborales. La otra cara de la moneda es el tapón que existe en el proceso de homologación de titulaciones de los médicos extranjeros –sobre todo hispanoamericanos por los vínculos culturales y el idioma–, que quieren ejercer aquí.
Habría que dejar de expulsar en primer lugar a los profesionales formados en nuestras universidades y luego cubrir el déficit, si persiste, con médicos de fuera, pero visto que nada puede frenar la movilidad ante el sueldo y reconocimiento que tienen en Francia o Alemania, el Gobierno tiene que agilizar las homologaciones. Este no es un proceso sencillo, los estándares deben responder a los mismos exigidos en Europa y en España, donde ya la elevada nota de corte de las facultades, si bien garantiza el nivel académico, es el primer obstáculo que lleva a muchos estudiantes a prestar su vocación y conocimientos en el extranjero.
Se ha hecho público que en el Hospital Mateu Orfila un médico presta servicio de ginecología y obstetricia sin tener la especialidad. Un usuario lo ha denunciado y el Colegio de Médicos de Balears ha confirmado estos hechos. Hay que fiarse de que ha sido tutelado por otro especialista y que se han comprobado sus capacidades, como afirma el presidente del Colegio, Carlos Recasens, pero la gerencia del Área de Salud de Menorca no se ha pronunciado, faltan explicaciones sobre este caso y sobre si hay otros similares. Los pacientes tienen derecho a saberlo.