Quizás hemos olvidado que los términos derecha e izquierda tienen su origen en la Revolución Francesa. Los diputados del pueblo en 1791, se organizaron de manera espontánea según su afinidad política: a la derecha los partidos de la monarquía absoluta y a la izquierda los de la monarquía constitucional. ¿No es sorprendente que un acontecimiento local y remoto haya pasado a formar parte del vocabulario político universal?
Los electores votan derecha o izquierda, aun cuando ellos mismos, en ocasiones, no se sorprenden abiertamente de derechas o de izquierdas. Hay países -España, Francia- en los que se ha demonizado intelectualmente a la derecha hasta el punto que se evita esta denominación. Por el contrario, en Estados Unidos ningún candidato que desee ser elegido se atrevería a declararse de izquierdas.
La belleza de la democracia radica en que permite la alternancia sin violencia; sustituye la guerra civil por las elecciones, reconoce los derechos de las minorías; admite que la mayoría ejerce en efecto el poder, pero no está en posesión de la verdad.