No hay demasiadas dudas –tampoco en el propio grupo parlamentario– de que el PP votará con Vox a favor de que se derogue la ley autonómica de memoria democrática.
El PP votó hace algunos años la mayoría de los artículos de esa ley –incluso aportó el nombre de la norma y sacó adelante enmiendas que aceptó toda la izquierda– cuando Vox no tenía presencia en el Parlament. El año pasado votó dos veces a favor de derogarla y una tercera decidió abstenerse.
El PP defendió las tres posiciones (sí, no y abstención) con los mismos argumentos. El resumen: que esa no era su ley. Y eso es lo que volvió a decir la portavoz adjunta popular, Marga Durán, cuando la portavoz de Vox, Manuela Cañadas, volvió a reclamar la supresión de esa norma que tanto incomoda a la extrema derecha. Será una de las cesiones del PP a Vox para sacar adelante los Presupuestos y prolongar la legislatura. Y no será, en cualquier caso, la más difícil de explicar. La pregunta que Cañadas plantea a la presidenta Prohens en el pleno del próxima martes va de eso, de la ley de memoria democrática. Ya lo dejó también claro el portavoz del Ejecutivo y vicepresidente, Antoni Costa. La ley de memoria no es ninguna línea roja.
Esta ha sido una semana sin plenos en el Parlament (no así en el Ajuntament de Palma, donde un edil del PP, Oscar Fildalgo, negó con total impunidad que el crucero Baleares participara en el bombardeo de Málaga durante la Guerra Civil) y marcada por la muerte del papa Francisco y la celebración del Día del Libro. Y fue ese, el 23 de abril, el día en que Cañadas se refirió a su relación con el PP. Vox y PP han recompuesto sus relaciones. El acuerdo va por buen camino. El PP ya asumió el planteamiento y el lenguaje de la extrema derecha tras las elecciones de 2023. Estaba muy bien recogido en los 110 puntos programáticos que dieron la presidencia a Marga Prohens y a Gabriel Le Senne la del Parlament.
Ni a Vox ni al PP le interesa un adelanto electoral limitado a Balears. Un superdomingo con generales, autonómicas y municipales es lo único que podría cambiar el escenario. Ambos partidos se necesitan y el PP no pierde ni un voto por ir asumiendo el ideario ultra. Es habitual que los representantes políticos se den un paseo por las mesas con libros cuando llega el 23 de abril. Esta semana el PP ha comprado claramente el diccionario de Vox.
Los dos partidos esperan llegar a un acuerdo para aprobar los Presupuestos. Así lo han expresado tanto Antoni Costa como Manuela Cañadas.
Llega otro verano y se seguirá hablando de la saturación turística. La diferencia es que ahora PP y Vox saben que se necesitan. Incluso para aparentar que discrepan.