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Les coses senzilles

Melodrama blanco

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Vista con los ojos inalterables de un observador imparcial, la vida no es un drama, sino un melodrama. Sobre todo, la vida que nos pintan los medios sensacionalistas, que lo exageran todo por la vía de exacerbar los sentimientos del público, sacarlos de madre. Las páginas de sucesos de los periódicos, las ristras de crímenes que sacan a relucir las televisiones y otros medios indican que la sangre vende más que el sexo, que por otro lado siempre está un poco disimulado por nuestra educación occidental, para la que el desnudo es tabú y el asesinato es una fuente de ingresos. Muchas noches me las veo y me las deseo para encontrar una cadena donde no emitan telefilmes de policías, detectives, asesinos en serie, psicópatas y demás. La verdad es que me sale a muchos muertos la noche, y en cambio dedico pocos minutos a ver tele, y aún lo hago quitándole el sonido, porque ya me basta con ver matar a la gente como para tener que ver despachurrar el mínimo el lenguaje hablado que se permite en esos casos. Lo peor es que esto también ha llegado a los libros.

Los libros tienen que ser entretenidos, intrigantes, melodramáticos, con poco vocabulario, las tapas gruesas, la promoción espectacular, etc. Si no, no se consumen. Y si no se consumen –o los consume una minoría— no son nada. Pocas novelas pasan de los dos meses de actualidad, pocos leen las obras maestras de la literatura –algunas muy farragosas–, y en cambio muchos se apuntan al melodrama más o menos bien hecho. Enhorabuena a los que lo hacen bien, los que saben convertirlo en una obra de arte.

El melodrama es un género dramático que acentúa las emociones, exagera los sentimientos, la piedad de los buenos, la maldad de los despiadados para seducir al público. La palabra viene del griego melos –música— y drama –tragedia, calamidad, desastre, catástrofe, pero también teatro. La música servía para subrayar los pasajes más emotivos cuando este género surgió en Francia durante el siglo XVIII. Hoy en día la música ha pasado a apoyar las escenas más espeluznantes de algunas películas, sobre todo las de terror. Habrá que hacer libros digitales, con música, a poder ser con relieve o sensación de relieve –sobre todo para las escenas donde aparece una mujer despechugada y un hombre en calzoncillos–, con muchos diálogos y un equipo de locutores que los lean con énfasis y ya no con la letra muy grande, sino sin letra, solo con imágenes o con las páginas en blanco. Melodrama blanco, queda inventado.

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